miércoles, 30 de mayo de 2012

El Deseo y la Palabra



Hasta el 10 de Junio hay tiempo para ver la muestra/homenaje a Alejandra Pizarnik que se realiza en el museo de arte español Enrique Larreta.
Conmemorando el cincuentenario del museo y los 40 años del fallecimiento de la poetisa y escritora se exhiben textos de la Condesa sangrienta con ilustraciones de Santiago Caruso.
También podrá verse una selección de su poesía, cartas, manuscritos, libros de su biblioteca personal y su máquina de escribir.
¡No se la pierdan!

Museo Larreta: Juramento 2291
Informes: museolarreta@buenosaires.gov.ar



lunes, 28 de mayo de 2012

Vuelven las curvas


Es oficial.
Vuelven las curvas.
Las paneras, los quesos y las harinas están in.
Las redondeces marcan tendencia.
Basta de dietas y restricciones.
No a la tiranía del centímetro.
Basta de cuerpos desgarbados y sin gracia.
La cinturita de avispa es sólo de ellas, las avispas.
¡Vivan la guitarra y el cello!
Los cuerpos rellenitos salen con fritas.

jueves, 24 de mayo de 2012

sábado, 19 de mayo de 2012

Vivir es una especie de locura


Escribo como si fuese a salvar la vida de alguien. Probablemente mi propia vida.

Vivir es una especie de locura que la muerte comete. Porque en ellos vivimos, vivan los muertos.

Hace tantos años que me perdí de vista que vacilo en encontrarme.

Si no digo la verdad es porque está prohibida.

Mi vida está hecha de fragmentos.

Yo trabajo entre ruinas.

Todos estamos sujetos a la pena de muerte.

Ya he nacido lo suficiente como para intentar expresarme con palabras torpes.

Vivo perdiéndome de vista.

Extraigo mis sentimientos y palabras de mi noche absoluta.

El peor plagio es el que se hace de uno mismo.

Vivir es un acto que no he premeditado. He brotado de las tinieblas.


Clarice Lispector
Un soplo de Vida

martes, 15 de mayo de 2012

Vivir con dignidad



Vivir no es lo mismo que sentirse vivo.
Sobrevivir no es lo mismo que vivir.
La existencia ( ser puesto ahí afuera, en el mundo) no es algo que se elija a voluntad.
La vida sucede. Transcurre. Sigue su curso. Y, sin embargo, quienes vivimos, no nos sentimos a veces dirigiendo ni comandando el rumbo de nada.
Estar vivo no es lo mismo que sentirse vivo.
Para que la propia vida tenga sentido es necesario encontrárselo. A ese, el sentido, llámese dirección, propósito, destino... Y no hablo del destino como algo dado e inamovible, sino como el punto de llegada, que tampoco es estático ni permanente. Uno puede recalcular el rumbo y el destino las veces que sea necesario.  Uno puede detenerse en el camino y reflexionar acerca de lo ya recorrido. O no querer mirar atrás. Puede uno buscar posada donde pasar la noche y elegir, también, seguir de pie, en medio de la oscuridad.
Vivir no es una ciencia.
Dicen algunos que es un arte. Y hasta una aventura.
Vivir no es lo mismo que vivir con dignidad.
La dignidad proviene, tal vez, de una cierta coherencia entre lo que se piensa, lo que se siente y lo se hace. De una cierta integridad.
Vivir con dignidad no es lo mismo que sentirse digno de vivir.
La vida no espera a que estemos listos para vivir.
No avisa que estamos viviendo, ahora, en este mismo instante.
Mucho menos anuncia cuando dejará de transcurrir y suceder para depositarnos sin culpa ni remordimiento en el lecho de muerte.
La vida no es buena ni mala.
No está ni a favor ni en contra.
No es digna ni indigna.
Esos calificativos, y porque estamos vivos y tenemos voz,  los ponemos nosotros.

Victoria Branca




jueves, 10 de mayo de 2012

Morir con dignidad



La cámara de senadores de Argentina aprobó unánimemente la ley de muerte digna.
La ley establece "el derecho a aceptar o rechazar determinadas terapias o procedimientos médicos o biológicos, con o sin expresión de causa, como así también revocar posteriormente su manifestación de la voluntad."
Con ello se le reconoce al paciente que sufre "una enfermedad irreversible, incurable o que se encuentra en estado terminal el derecho a manifestar su voluntad en cuanto al rechazo de procedimientos quirúrgicos, de reanimación artificial o retiro de medidas de soporte vital".
Se regula así el encarnizamiento médico, que con tanto avance tecnológico a su favor perjudica, a veces, el desenlace digno de la vida.
Enhorabuena.

martes, 8 de mayo de 2012

El Cuarto Mandamiento


Reza el cuarto mandamiento: "Honrarás a tu padre y a tu madre". Cae la sentencia escrita sobre piedra con una fuerza demoledora exigiendo por parte de los hijos ¿qué?
¿Qué significa honrar?
En el diccionario encontramos los siguientes sinónimos: respetar, estimar, enaltecer, premiar...
Vayamos por parte. Respetar es una cosa, estimar es algo más. Podemos respetar a una persona sin que la estima esté en juego. Podemos, también, sentir estima por alguien pero no respetarla.
Enaltecer supone algo bien distinto. Si tomamos la preposición en por separado en-altecer sería poner en alto (o en un altar) a algo o, en este caso, a alguien. Quien enaltece pone en un rango de superioridad, digno de veneración, al objeto (o sujeto) de enaltación. Y quien pone a otro por sobre la propia altura se sitúa, indefectiblemente, en un lugar de inferioridad, de menor altura.
Se crea así una diferencia jerárquica. Una desigualdad de condiciones.
Es natural que los padres ocupen un rango de mayor jerarquía en la verticalidad de la descendencia pero, ¿hasta cuando? ¿De qué modo? ¿A qué costo?
Otra cuestión se cuela en la definición de honrar, la que describe a la persona honrada como quien no miente ni engaña. Es decir, el sujeto digno de ser honrado es (o debiera ser) una persona que dice la verdad y que no esconde nada. Al menos, no frente a los hijos que son los que deben cumplir con este mandato.
Alice Miller, doctora en filosofía, psicoterapeuta y socióloga cuestiona con lucidez y audacia el cumplimiento ciego del cuarto mandamiento:
El cuarto mandamiento contiene una amenaza, quizás un chantaje, que hoy en día sigue ejerciéndose. El que dice que hay que honrar a los padres aunque no lo merezcan, de lo contrario moriremos prematuramente. Esto no significa que, en el caso en que nuestros padres nos hayan deshonrado o maltratado, hay que pagarles con la misma moneda y tratarlos con crueldad, sino que debemos verlos tal como eran, tal como nos trataron cuando éramos pequeños, para liberarnos a nosotros mismos y a nuestros hijos de este modelo de conducta.
Los mandamientos fueron escritos sobre una mole de piedra allá lejos y hace tiempo. Pero de manera misteriosa y superando todos los records, siguen vigentes al día de hoy.
Poner, ya no en un altar, sino en un estrado a los propios padres es una  tendencia que fue imponiéndose en los tiempos modernos. Pero sólo para enrrostrarles nuestras frustraciones y rabias. Ubicarlos en perspectiva y observarlos durante largo rato para verlos tal como son y no como queremos que sean (o como nos convino creer que fueron) esa es otra historia.
Invita Miller: Es preciso que nos desprendamos de los padres que tenemos interiorizados, sentir el dolor reprimido, conocer la historia que el cuerpo ya conoce emocionalemnte y reconocer la propia verdad. Porque la moral puede dictar lo que debemos y no debemos hacer, pero no lo que debemos sentir. (Alice Miller, El cuerpo nunca miente)


Victoria Branca



sábado, 5 de mayo de 2012

Volver a la Esencia



Reencontrarse con el propio pasado puede ser un asunto molesto. Una bendición. O ambos.
Traer de regreso partes de uno mismo, aquí y ahora, puede no encajar con ese rompecabezas que uno se la pasó armando desde hace tiempo y que parece tener cada pieza en su lugar.
Que el pasado se instale sin previa invitación en la sala de estar de la casa que acostumbra a recibir huéspedes consentidos es perturbador.
Pero el pasado, al igual que la tristeza, no organiza citas ni manda cartas documento para avisarnos que se meterá con nosotros. Irrumpe. Simplemente.
"Mi pasado me persigue", solemos decir, a veces, cuando se transforma en una presencia indeseada que pretende tomar algo con nosotros. Mejor que "se tome el buque", nos decimos en voz baja, implorando que desaparezca pronto de nuestras vidas.
Pero el pasado es un tiempo verbal, nada más. Es parte de una linea de puntos infinitos que circunscribimos allá lejos para ordenar nuestra existencia. ¿De verdad creímos que iba a ser un postulado inerte sujeto a nuestros deseos?
Pasado, presente y futuro son construcciones. Invenciones didácticas para organizar el caos vital.
El tiempo, eso que transcurre, ocurre, sucede y se desenvuelve (¿o somos nosotros los que transcurrimos, ocurrimos, sucedemos y nos desenvolvemos?) es una creación humana.
Pretender que el pasado quede enterrado en una tumba de concreto, sin vida, es como aseverar que un futuro hecho a medida es lo que nos sucederá de aquí en más.
No existe la barra del tiempo. Es otro invento práctico para ayudarnos a comprender. Pero cuando uno se acostumbra a vivir de esa manera, ubicando hechos, experiencias, vivencias en un lado u otro de la flecha del tiempo, corre el riesgo de convertirse en el blanco despiadado del arco de la vida, que disparará sus dardos hacia el centro vulnerable que aún nos queda hasta sacurdirnos la modorra autoimpuesta. Y provocar una herida (¿o una grieta?) por donde pueda volver a circular sangre caliente y vital.
El pasado puede ser un asunto molesto, sí, o un regalo que nos llega en el momento justo. Tan a tiempo. Tan oportuno.

Victoria Branca



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