martes, 27 de agosto de 2013

¿Qué tienen en común?



¿Qué une a Joan Didion con Harrison Ford?
Cuando leí esa pregunta escrita por una periodista americana tuve una especial intriga. Por varias razones. Una, Joan Didion es una de mis autoras preferidas. Dos, Harrison me parece un bombón de esos que nunca empalagan. Tres, que tuvieran algo en común ya me daba cosquillas en la panza...
Rauda, fui a leer el artículo en cuestión (en inglés) que decía que el lindo de Ford le entregará a Didion un premio a su trayectoria en el mes de Octubre. Muy merecido pero ¿por qué él? ¿Qué une a estos dos?
Seguí leyendo y la periodista fue generosa en develarme rapidito el misterio: Harrison, antes de ser actor taquillero y famoso galán, fue carpintero. (¡Ahora me gusta todavía más!) y construyó la casa de Didion sobre la playa, en Malibú. De esto hace añares. Pero a la hora de entregarle el premio, a los organizadores les pareció simpático volver a conectarlos ya que, según dijera la escritora en una entrevista telefónica a horas de conocerse la noticia, Ford fue un sostén moral importante mientras construían su casa. De esto algo sé. Cuando uno encara una obra es como si volviera a constituírse anatómica-emocional y espiritualmente y, tener un arquitecto que además sea contenedor, terapeuta, pilar antisísmico y jefe de salvataje es toda una garantía de sanidad.
Bueno, El lindo de Harrison le va a entregar este premio del PEN center USA a la genia de Joan. Y tal vez, luego del protocolo de rigor, terminen recordando anécdotas de aquella casa, en aquella playa, en otro tiempo...

Victoria Branca

Fe de erratas: Harrison Ford era "Carpintero" y no arquitecto. Perdón por el error. ¡Enmendado!

lunes, 19 de agosto de 2013

Los cinco grandes arrepentimientos de los moribundos




Los Cinco grandes arrepentimientos de los moribundos


1- Ojalá hubiera tenido el coraje de hacer lo que realmente quería hacer y no lo que los otros esperaban que hiciera
2- Ojalá no hubiera trabajado tanto
3- Hubiera deseado tener el coraje de expresar lo que realmente sentía
4- Habría querido volver a tener contacto con mis amigos
5- Me hubiera gustado ser más feliz
Extractado del libro homónimo de Bronnie Ware (enfermera que acompañó infinidad de enfermos
terminales en su lecho de muerte)

martes, 13 de agosto de 2013

La música, simplemente sucede...


Creo que el alma vibra en una nota musical.
Que se expresa en un tono particular y único, que nos hace ser quienes somos.
Creo que el corazón late buscando eso, la tonalidad en la que puede desplegar todos sus colores y perfumes. Y cuando no lo logra, desafina y se desarmoniza.
La vida es una partitura inmensa.
La existencia busca ir llenando esos espacios vacíos pero no siempre encuentra las notas adecuadas.
El corazón ausculta en busca de concordancia y sintonía. Y, cuando eso pasa, la música, simplemente sucede.

Victoria Branca

martes, 6 de agosto de 2013

Leemos más de lo que pensamos


Leemos más de lo que pensamos. Quiero decir que somos lectores más veces de las que somos conscientes. Es decir, leemos aunque no tengamos un libro entre manos. ¿Me hago entender?
Leer no es privativo de los que escudriñan un texto.  Tampoco de los intelectuales. Ni de los ávidos devoradores de clásicos. Leer es más común de lo que creemos y, de tan común, ordinario.
Leer, eso sí, es un acto íntimo. Y privado.
Se lee en silencio. De afuera hacia adentro. Si no, no es lectura. Es otra cosa.
Se lee de pie, recostado, andando, de noche, de día, en medio de un tumulto, a solas...
La lectura, así, es una práctica habitual y cotidiana. Para todos. Para unos, es verdad, más que para otros.
Leemos más de lo que pensamos.
Leemos gestos, miradas, rostros, ausencias...
Leemos acciones, silencios, sueños...
Leemos distancias, cercanía, contacto...
Leemos llantos, risas, abrazos, canciones...
Leemos estados del tiempo y del ánimo...
Leemos historias...ajenas y también la propia.
Leemos arrugas, surcos, heridas...
Leemos pálpitos, impulsos...
Leemos arrebatos, desenfados...
Leemos la locura, la discreción, el deseo...
Leemos la paciencia, la ternura, la espera...
Leemos más de lo que pensamos.
Sí, y también leemos eso, las palabras.

Victoria Branca

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