viernes, 28 de febrero de 2014

Una promesa...


La vida comienza a fluir cuando uno sale de su zona de confort...

viernes, 14 de febrero de 2014

Del Amor y otras conjugaciones


Todavía no sé si el amor es un sustantivo o un verbo. Si es la causa, el efecto, la consecuencia o la razón de vivir. Si de verdad está en todas partes y es todo lo que necesitamos o si se puede vivir tranquilamente sin esa cosita loca llamada amor.
El inconsciente colectivo esta superpoblado de frases que aluden a este sentimiento. ¿El amor es un sentimiento? ¿O es justamente la experiencia del amor lo que pone de manifiesto una serie de expresiones sentimentales?
"Ama y haz lo que quieras", dice San Agustín, y lanza una piedra candente al ojo mismo de la tormenta existencial. Pero es justamente a causa del amor que los seres humanos terminamos no siendo dueños de nuestra voluntad y haciendo, no lo que queremos, sino lo que podemos. El amor no es garantía de cordura ni del ejercicio sostenido de la voluntad. Para unos es justamente lo contrario: por amor se puede perder la razón (por no decir la cabeza), el rumbo, la reputación. Cuando el amor irrumpe puede desatar las mayores catástrofes naturales y dejarlo a uno tumbado por el camino junto a las columnas y estructuras más firmes hechas, luego de su paso, añicos.
No, el amor no es como te lo cuentan en las fábulas y libros infantiles. Tampoco como lo embadurnan las sagas románticas. Todo eso es puro cuento. Cuando el amor te atraviesa (algo de verdad hay en eso de Cupido y sus flechas) te hace cautivo y prisionero, ¿o te libera, en verdad, de antiguas cárceles y celdas autoimpuestas?
¿El amor es un estado? ¿Un estrato? ¿Un sustento? ¿Un hechizo? ¿Un don?
¿Qué somos capaces de hacer en nombre del amor? ¿O es el mismo amor que hace cosas en nosotros a las que no podemos darle nombre?
¿Somos nosotros sujetos capaces de amar o es el amor el que nos hace sujetos amables y amantes?
Las raíces etimológicas de las palabras alumbran, a veces, la penumbra en que nos mantiene la incomprensión, pero en el caso del amor nubla aún más el entendimiento. Dicen los eruditos que proviene de la raíz amma que nos vincula al amor de madre y que no se acentúa en la o sino en la a. (como si el cambio de acentuación pudiera quitarle intensidad al misterio...) Pero a mi me gusta la explicación que dice que amor viene de a-mor: a (sin) mor (muerte). El amor es lo opuesto a la muerte. Quien ama está vivo. Lo mismo que un corazón amoroso y amante que late con vigor y sostiene la vida. El amor es la conjugación por excelencia de la vida, porque, cuando el amor sucede, todo a mi alrededor es capaz de ser amado. El prójimo. El que está lejos. El que se fue. El que llegó. E, incluso y sobretodo,  uno mismo.

Victoria Branca

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