martes, 31 de agosto de 2010

Una piedra lanzada a lo hondo de un pozo















Tengo miedo de escribir. Es tan peligroso. Quien lo ha intentado lo sabe. Peligro de hurgar en lo que está oculto, pues el mundo no está en la superficie, está oculto en sus raíces sumergidas en las profundidades del mar.
Para escribir tengo que instalarme en el vacío. Es en este vacío donde existo intuitivamente. Pero es un vacío terriblemente peligroso: de él extraigo sangre.
Las palabras que digo esconden otras: ¿cuáles? Tal vez las diga.
Escribir es una piedra lanzada a lo hondo de un pozo.
Hace tantos años que me perdí de vista que vacilo en intentar encontrarme.
Me da miedo comenzar. Existir me da a veces taquicardia.
Me da tanto miedo ser yo...
En cada palabra late un corazón. Escribir es esa búsqueda de la veracidad íntima de la vida.
Escribir es recinto sagrado en el que no tienen entrada los infieles.
Escribiendo me libro de mí, y puedo entonces descansar...

Clarice Lispector
Extractado del comienzo de Un soplo de Vida

lunes, 30 de agosto de 2010

Bendición Celta










Que el día que el peso se abata sobre tus hombros
y tropieces,
baile el barro para equilibrarte.
Y cuando tus ojos se hielen detrás
de la ventana gris
y de tí se apodere el espectro de lo perdido,
que una legión de colores,
índigo, rojo, verde y azul heráldico
despierte en ti un vergel deleitoso.

Cuando se gaste la lona de la barca del pensamiento
y una mancha de océano se forme debajo de ti,
surque las aguas un largo sendero de luna
por donde volver sano y salvo.

Sea tuyo el alimento de la tierra,
sea tuya la claridad de la luz,
sea tuyo el fluir del océano,
sea tuya la protección de los antepasados.

Y así, que un lento viento te envuelva
en estas palabras de amor.
Y un manto invisible te rodee
para velar por tu vida.

John O Donohue

viernes, 27 de agosto de 2010

Miss Dahl y Yo


















Fui a buscar a Miss Dahl al puerto. Llegué temprano, ansiosa por encontrarme con ella después de tan larga espera.
Apenas la ví me sonrió. Es más linda de lo que yo pensaba. Habla poco y eso, lejos de molestarme, me parece una bendición. Total, para decir lo importante las palabras sobran.
Hicimos el trayecto a casa en mi auto. Cada tanto nos mirábamos reafirmando, tal vez, que estábamos una al lado de la otra, que finalmente nos habíamos encontrado.
Antes de ir a casa pasamos por el súper. Hicimos la compra para el fin de semana y ahora estamos en el living, charlando de la vida,del amor, de recetas y de vinos.
Tengo ganas de servirme una copita de Malamado, pero no quiero perder detalle de todo lo que me cuenta. Así que le digo que mejor lo dejamos para más tarde.
Creo que le gusta mi compañía.

jueves, 26 de agosto de 2010

El amigo de Charlie


















Quería ser inventor. Y vaya si lo fue.
Nació en Llandaf, Gran Bretaña, el 13 de Septiembre de 1916.
Era hijo único, de padres noruegos.
Roald Dahl, el escritor de imaginación ilimitada, empezó a escribir cuentos en 1942, luego de pasar su juventud trabajando en África y habiendo sido piloto en la Segunda guerra mundial.
Los primeros quince años de su carrera escribió relatos para adultos, pero luego se internó en el maravilloso y desbordante mundo infantil y ya nadie lo sacó de allí.
Escribía en una pequeña choza en el jardín de su casa. Era su refugio "cálido y acogedor", como un pequeño útero de los milagros.
Con la publicación de "Charlie y la fábrica de chocolate" se consagró definitivamente.
Se casó con la actriz Patricia Neal y tuvo con ella cinco hijos. La mayor, Olivia, murió de una encefalitis y Theo, otro de sus hijos, sufrió daño cerebral irreversible luego de un accidente.
Lejos de deprimirse y amargarse por los embates del destino, Roald enfrentó las adversidades con entereza y buscando mejorar la calidad de vida de Theo pergeñó junto a un médico un invento que le permitió a su hijo tener una vida un poco más autónoma.
A Roald todo le interesaba, desde los perros de carrera, hasta las orquídeas, el golf, el vino, la música y las antigüedades.
Fue un gran amante de la pintura y cada vez que cobraba por la publicación de algún artículo o derechos de autor iba corriendo a adquirir una nueva obra de arte.
Participó en la escritura de varios guiones y creó personajes tan populares como los gremlins.
Murió a los 74 años, el 23 de noviembre de 1990.
Entre sus geniales creaciones figuran: Matilda (mi favorita), James y el durazno gigante, Brujas, Henry Sugar:el niño que hablaba con los animales y una vasta colección de rimas y versos.
Les recomiendo visitar su página: www.roalddahl.com

miércoles, 25 de agosto de 2010

Estrategias de supervivencia


















Manual de supervivencia del Niño

Los adultos no lo saben todo, así que no creas en que todo lo que hacen es por tu bien.
Crecer es inevitable, al igual que el dolor, pero cómo te vuelvas a poner de pie, después de haber caído depende, casi por entero, de vos.
Sí, hay gente mala, o, por lo menos, que no desea tu bien.
Que nadie te quite los sueños, te pertenecen para siempre.
No creas en la visión negativa y sombría de los viejos, ellos perdieron la esperanza.
Los estados de ánimo cambian, al igual que las ideas y las creencias.
La naturaleza es una compañia fiel y transmutadora.
Existe un saber interior, intuitivo y válido. No permitas que nadie se burle de él.
Las heridas son viables de curación.
La inocencia, no importa qué haya pasado, nunca se pierde.
La ingenuidad, sí.
No hay fecha de vencimiento para el juego.
No estarás para siempre en este mundo. Tampoco tus seres queridos. Pero siempre podrán estar en tu corazón.
Las mascotas son buena compañía.
También los libros.
Un buen amigo es un tesoro.
Siempre hay alguien a quien acudir.
Nunca te desprecies. Y, si lo hacés por algún motivo, reaprendé a quererte.
No, no hay que confiar siempre.
Discernir cuando confiar y cuando no, es uno de los pilares de la sabiduría.
Puedo estar equivocada y está bien que dudes.
No hay que saberlo todo. Ni decirlo todo.
Tus sentimientos te pertenecen.
Tu cuerpo te pertenece.
Sí, sos libre.

Victoria Branca

martes, 24 de agosto de 2010

Cambio de Paradigma


















_¿Hacer una vida normal lleva a estar sano?
_No.
_¿Entonces?
_Estar sano lleva a hacer una vida normal.
_Buscar aire puro, hacer una dieta correcta, realizar ejercicios físicos o deportes, evitar preocupaciones innecesarias, descansar lo suficiente, ¿no lleva todo eso a estar sano?
_No
_¿Entonces?
_Estar sano lleva a buscar aire puro, hacer una dieta correcta, realizar ejercicios físicos o deportes, evitar preocupaciones innecesarias y descansar lo suficiente.

Conversaciones con un homeópata,
de Zalman Bronfman,
extractado del libro "Elogio de la delgadez",
de Cecilia Absatz

lunes, 23 de agosto de 2010

Un gabinete mágico


















"Recuerdo que hace muchos años se realizó una encuesta sobre qué es la pintura. Le preguntaron a mi hermana Norah y contestó que la pintura es el arte de dar alegría con formas y colores. Yo diría que la literatura es también una forma de alegría. Si leemos algo con dificultad, el autor ha fracasado. Por eso considero que un escritor como Joyce ha fracasado esencialmente, porque su obra requiere un esfuerzo.
Un libro no debe requerir un esfuerzo, la felicidad no debe requerir un esfuerzo...
Emerson dice que una biblioteca es una especie de gabinete mágico. En ese gabinete están encantados los mejores espíritus de la humanidad, pero esperan nuestra palabra para salir de la mudez. Tenemos que abrir el libro, entonces ellos despiertan.
Dice que podemos contar con la compañía de los mejores hombres que la humanidad ha producido, pero que no los buscamos y preferimos leer comentarios, críticas y no vamos a lo que ellos dicen.
Emerson coincide con Montaigne en el hecho de que debemos leer únicamente lo que nos agrada, que un libro tiene que ser una forma de felicidad.
Yo he tratado más de releer que de leer, creo que releer es más importante que leer, salvo que para releer se necesita haber leído.
Tomar un libro y abrirlo guarda la posibilidad del hecho estético. ¿Qué son las palabras acostadas en un libro? ¿Qué son esos símbolos muertos? Nada absolutamente. ¿Que es un libro si no lo abrimos? Es simplemente un cubo de papel y cuero, con hojas; pero si lo leemos ocurre algo raro."

Me permito cambiar el final del gran Borges:

Pero si lo leemos, ocurre algo mágico.

Extractado de "Conferencias"
Borges Oral

Emecé/Editorial de Belgrano

viernes, 20 de agosto de 2010

Asuntos pendientes


















"Los conejitos negros", los llamaba Elisabeth. A esos, los asuntos que no terminan de resolverse y se cuelgan de nuestras espaldas acotándonos el horizonte.
Los asuntos pendientes penden de algun hilo de nuestra historia. Cuelgan, inconclusos, del entramado inacabado que conforma nuestra existencia.
Se hace pesado andar con tanta lista de espera a cuestas. El diálogo inconcluso con alguien de la familia. El llanto reprimido. El amor negado. La pena exiliada. El vínculo roto. El sueño olvidado...
Todo lo que pudo ser y no fue. O lo que pudo haber sido de alguna manera y quedó a mitad de camino. Aquello a lo que renuncié por temor. O cobardía.
Asuntos que nos persiguen con su sombra fantasmal, como espectros difusos pero de consistencia espesa. Que en la noche, cuando las estrategias y las defensas caen desmayadas, asoman su lengua impertinente para reclamar y reprochar. Para ser oídos de una vez y para siempre.
Los asuntos pendientes no caducan, se apilan en algun rincón de la memoria esperando el momento oportuno para hacerse contundentes. Uno los arrincona en el corazón, para que no molesten, pero ellos no claudican.
Con los asuntos irresueltos no hay jaula ni celda que alcance. Cuanto más acumulemos, mayor será la fuerza con que nos sorprenderán en cualquier tramo del camino.
No hay fecha de caducidad ni de vencimiento para un asunto pendiente. Y aunque nos empeñemos en evitar la confrontación con esos temas del pasado, el pasado nos pasará factura. Y nos enviará emisarios. Y nos dejará recordatorios.
Los asuntos de mi vida...
Los asuntos pendientes en mi historia...
Los conejitos negros que no fueron hechos para el cautiverio.

Victoria Branca

jueves, 19 de agosto de 2010

Estar plenamente Vivo













El fundamento de una vida feliz es el placer que sentimos en nuestros cuerpos y de que sin este placer corporal de estar vivos, vivir se transforma en la necesidad sombría de sobrevivir.

Una persona se encuentra en un estado placentero cuando los movimientos de su cuerpo fluyen libres, rítmicamente y en armonía con lo que lo rodea.

El placer tiene un gran componente inconsciente, que explica su naturaleza espontánea. No está sujeto a órdenes. Puede surgir en los lugares más inesperados.

El placer en la vida alienta la creatividad y el carácter expansivo, y la creatividad aumenta el placer y la alegría de vivir.

El placer es la percepción de estar plenamente vivo en el aquí y ahora, lo cual significa estar plenamente vivo en el sentido corporal.

Una de las verdades evidentes sobre un cuerpo vivo es que parece vivo: los ojos brillan, el tono muscular es bueno, la piel tiene un color brillante y el cuerpo está cálido.

Una personalidad sana es una personalidad vibrante.

La espontaneidad es una expresión del niño que hay en nuestro interior y su pérdida indica que una persona está aislada del niño y separada de su niñez.

Estar plenamente vivo es respirar profundamente, moverse libremente y sentir plenamente.

Ideas extractadas del libro
"La experiencia del placer",
de Alexander Lowen

miércoles, 18 de agosto de 2010

Palabras congeladas














Existe un mar de palabras congeladas
una extensión profunda
e inmensa donde flotan
semi muertas
las palabras no dichas.

Fueron gestadas
entre la sal y la espuma
para desparramarse en oídos
próximos
y lejanos.

Las olas se embarazaron de ellas
las impregnaron de voces.
Pero las bocas que debían alumbrarlas
enmudecieron.

Las palabras
nonatas
se congelaron.

¿Adonde vive el descongelador de las palabras?
Quiero traerlo al mar
pronto
para que derrita las capas de hielo
que mantienen prisionero
tanto decir.
Tanto no decir.
Tanta palabra
abortada.

Los rigores del invierno hicieron estragos
con las palabras.
No hay buque,
ni barca
que pueda disolver
tanta
aspereza.

Quiero encontrar al descongelador de las palabras.
¿O acaso quiere que el mar estalle en mil pedazos
y astille parte de la tierra?

Las palabras,
congeladas,
flotan inertes sobre el agua.
El corazón tirita.
El sol no puede derretirlas.
Tampoco el mar,
que es una plataforma rígida,
un cementerio
de deseos y sentires
que no tienen paz.

Victoria Branca

martes, 17 de agosto de 2010

Una sensación extraña














Estoy casi convencido de que nunca estoy despierto. No sé si no sueño cuando vivo, si no vivo cuando sueño, o si el sueño y la vida no son en mí cosas mixtas, entrecruzadas, de las que mi ser conciente se forma por interpretación.
A veces, en plena vida activa, y en la que, evidentemente, estoy tan claro acerca de mi como cualquiera, llego a suponer en mí una sensación extraña de duda; no sé entonces si existo, siento que es posible que yo sea el sueño de otro, se me figura casi carnalmente que podría ser el personaje de un relato, moviéndome al vaivén dilatado de un estilo, en el marco de un gran despliegue discursivo.
He advertido, muchas veces, que ciertos personajes de novela ganan ante nosotros un relieve que nunca podrían alcanzar nuestros conocidos y amigos, esos que nos hablan y nos oyen en la vida visible y real. Y así como sueño la pregunta acerca de si no será todo, en este mundo, en conjunto, una serie interpenetrada de sueños y novelas, como cajitas chinas _unas dentro de otras y éstas a su vez dentro de otras, siendo todo una historia con historias, como las Mil y una noches, que se despliega falsa en la noche eterna.
Si pienso, todo me parece absurdo; si siento, todo me parece extraño; si quiero, el que quiere es alguien en mi que no soy yo. Siempre que en mí hay acción, reconozco que no fui yo quien la emprendió. Si sueño, parece que me escriben. Si siento, parece que me pintan. Si quiero, parece que me ponen en un vehiculo, como una mercadería que se despacha, y a la que sigo con un movimiento que considero propio hacia donde no quise que fuera sino después de que allí estuvo.

Extracto del fragmento 285,
del Libro del Desasosiego,
de Fernando Pessoa.

La foto la saqué en una callecita de Praga

sábado, 14 de agosto de 2010

El principe de las Mareas


















¿Se puede tener una existencia tranquila y felíz en el presente haciendo de cuenta que el pasado nunca existió?
¿A dónde van a parar esas emociones que uno intentó acomodar rápidamente para que no estorbaran el devenir de la vida?
¿Qué pasa con las heridas profundas que aún necesitan ser sanadas?
A veces es preferible hacer de cuenta que el pasado no existió. Que esos momentos dolorosos que nos tocaron vivir fueron sólo pesadillas.
Pero el pasado no permanece de manera obediente en el pasado. Y la noche no permanece para siempre en la oscuridad. Hay noches en que la luna llena acrecienta las mareas. Y todo lo que fue arrojado al fondo de las aguas para no ser visto reaparece, y encalla en la orilla del propio corazón.
Y ahí ya no hay artilugios ni artimañas que valgan. Es hora, finalemente, de confrontarse con la propia verdad. Y de arreglar asuntos pendientes con la desmemoria.
El príncipe de las mareas es una historia desgarradora. El dolor lo es. Pero es también una historia de redención y renacimiento. De reparación y, también, de resurrección.

viernes, 13 de agosto de 2010

¿Fueron los vientos?



















Anoche cayó derribado un árbol de mi jardín.
¿Fueron los vientos quienes lo tumbaron con su aullido animal? ¿O tal vez él mismo quien se echó a descansar de una vez y para siempre?
Lo cierto es que ese árbol, que hasta ayer se mantenía impertérrito y erguido, en sus más de 5 metros, es hoy un tronco inerte pronto a convertirse en leña.
Y arderá, seguramente, en algún hogar. Y se hará ceniza.
Y luego, desaparecerá.
El ciclo de la vida. Lo que debe ser. El circuito incesante en que lo que nace, muere y renace en una forma diferente.
La naturaleza se rige por sus propias leyes. Y no cuestiona. Sucede lo que tiene que suceder. De la manera en que tiene que suceder.
El árbol cumplió su ciclo. Y sin hacer escándalo dejó su espacio vacante.
Las aves que se posaban en sus ramas tendrán que buscarse un nuevo puesto de observación.
Y para eso habrán de extender sus alas y volar.
Nada permanece para siempre en su sitio. Sólo las estatuas. Y los edificios. Pero ni siquiera ellos. Un temblor puede sacudirlos en segundos y convertirlos en escombros.
Anoche cayó derribado un árbol de mi jardín.
Fueron los vientos. ¿O las aves?

miércoles, 11 de agosto de 2010

Llamado a la Solidaridad












Se necesitan dadores, de cualquier grupo, etnia, sexo y religión.
No hace falta que estén en ayunas.
Favor de presentarse a este blog y estirar el brazo confiados.
Nadie les extraerá nada. No sufrirán mareos ni descompensaciones.
Se necesitan dadores, decía, de comentarios.
Según el casillero de abajo a la derecha tengo la dicha de contar con 90 seguidores. Pero el desasosiego de no contar con comentario alguno.
Puedo andar por la vida sin comentarios, pero, la verdad, un mimo de vez en cuando me gusta recibir. Si no, creo que ando solita y sola pululando por este cyber espacio.
Hoy es uno de esos días en que el corazón me late destemplado y expectante.
Así que decidí salir a tocar la puerta, a ver si del otro lado me tiran algo dulce y sabrocito para alimentar mi destemplanza.
Digo.. si no es mucho pedir..

lunes, 9 de agosto de 2010

Los libros en mi mesa de noche















Varias cosas nos definen. O, al menos, nos identifican.
El nombre. El lugar de origen. Las heridas. Los logros. Los aciertos. Y, también, los errores.
"Dime con quién andas y te diré quién eres", rezan esos clichés, que ahora no creo tan ciertos. Es que el ser humano no es tan limitado como para ser acotado en definiciones y clichés, tampoco tan vasto como para no poder esbozarlo a través de algunos indicios.
En su libro "Nuevo elogio de la Locura", en el relato: Et in Arcadia ego, Alberto Manguel cuenta que "los nobles españoles acostumbraban a grabar su escudo de armas en la cabecera de la cama, de modo que los visitantes supieran quién era aquél que dormía en un sueño que bien podría ser el último. ¿Por qué, entonces, no podría yo identificarme a través de los libros que están en mi mesita de noche y que me definen y representan mejor que un escudo simbólico?"
A riesgo de ser definida e identificada abiertamente, les cuento los libros que están ahora en mi mesita de noche.

"Una historia de la Alegría", de Bárbara Ehrenreich
"La muerte: Una antología"
"Los libros del Gran dictador", de Timothy W. Ryback
"Beauty: The invisible embrace", de John O Donohue
"El ruiseñor", de Francisco Luis Bernárdez
"The Library at night", de Alberto Manguel
"Cuentos", de Fiódor M. Dostoievski
"C.G Jung" de Jean Jacques Antier
"Ego & Archetype", de Edward F. Edinger

¿Y en la tuya?

sábado, 7 de agosto de 2010

jueves, 5 de agosto de 2010

Prueba superada












La balanza no acusó ninguna variación. Ni de más ni de menos.
Mantuve mi peso en el lugar exacto.
Mi nutricionista me felicitó y yo recibí el elogio gustosa.
Fue un verdadero logro, sobretodo de mi metabolismo que logró camuflar las picaditas y los chocolates en no sé qué enzima invisible de mi humanidad.
El sistema se cae, a veces, pero no miente. Así que si la balancita electro-digital dijo que yo no engordé nada, que así sea. Amén, amén.
Por eso, porque estas jugadas maestras del destino hay que celebrarlas, ya elegí el ejemplar que llevaré conmigo a la bañera, más el vinillo correspondiente.
Quesos no hay. Tampoco bocaditos de chocolate. No puedo ser tan cretina ahora que la licenciada confía plenamente en mí.
Ad restrictio....

martes, 3 de agosto de 2010

El País de los Sueños
















Era un inmenso campamento al aire libre.
De las galeras de los magos brotaban lechugas cantoras y ajíes luminosos, y por todas partes había gente ofreciendo sueños en canje.
Había quien quería cambiar un sueño de viajes por un sueño de amores, y había quien ofrecía un sueño para reír en trueque por un sueño para llorar un llanto bien gustoso.
Un señor andaba por ahí buscando los pedacitos de su sueño, desbaratado por culpa de alguien que se lo había llevado por delante: el señor iba recogiendo los pedacitos y los pegaba y con ellos hacía un estandarte de colores.
El aguatero de los sueños llevaba agua a quienes sentían sed mientras dormían. Llevaba el agua a la espalda, en una vasija, y la brinadaba en altas copas.
Sobre una torre había una mujer, de túnica blanca, peinándose la cabellera, que le llegaba a los pies. El peine desprendía sueños, con todos sus personajes: los sueños salían del pelo y se iban al aire.

Eduardo Galeano,
El Libro de los Abrazos

lunes, 2 de agosto de 2010

Receso Invernal














En Mayo empecé un plan de nutrición para bajar unos kilos de más.
Hace tiempo que tengo la idea de cambiar mis malos hábitos alimenticios y empezar a comer más sano y recuperar mi esbelta silueta de la juventud.
Por eso, porque la idea ya estaba dilatada lo suficiente como para pasar por el canal de parto y darse a luz de una vez, tomé coraje y me dejé conducir (algo para lo cual no suelo ser muy dócil) por una amorosa licenciada en las artes de alimentación saludable.
Me sorprendió mi voluntad para vaciar los cajones de mi mesa de luz de chocolates y otras delicatessen. Tuve que decirle adiós a la crema de leche, las galletitas dulces y las tostadas con manteca. También al vino blanco, el pan francés, y los exquisitos quesos copetineros.
Anduve muy bien diez durante tres meses. ¡Brava!
Hasta que llegó el receso invernal. Y con él, los chocolates en rama, y los copetines abundantes, y el vinito porque hace frío, y las mermeladas caseras, y los fetuccini con crema, y el jarrito de chocolate caliente...
El jueves me toca pesarme en la balanza de mi nutricionista. Todavía estoy ensayando excusas, para ver cuál de todas me deja mejor parada.
Durante las vacaciones de Invierno leí siete libros.
¿Me creerá si le digo que leer despierta el apetito?

domingo, 1 de agosto de 2010

Nos vemos mañana
















La idea de la muerte de mis padres empezó a preocuparme a los cinco o seis años. La inevitabilidad de la muerte fue una de las primeras cosas que aprendí del mundo por mi propia cuenta. Nadie hablaba de eso y sin embargo los signos eran muy claros.
Cada vez que me acostaba -y en esto tengo la certeza de no haber sido muy diferente de millones de otros niños- el temor de que alguno de mis padres o los dos murieran durante la noche me rozaba como un dedo frío en la nuca.
Ese temor, creo, tiene poco que ver con un clima psicológico en particular y se asocia más bien a la caída de la noche. Aún así, como era imposible preguntar "¿No te morirás esta noche?, ¿No?" (cuando mi abuela murió, me dijeron que se había ido a descansar, o -mi tío que era más franco- que había fallecido), como no podía preguntar la verdadera pregunta y necesitaba una promesa tranquilizadora,inventé -como muchos antes que yo- el eufemismo Nos vemos mañana. A lo que mi padre o mi madre respondían, Nos vemos mañana, John.
Cuando sus pasos se apagaban en la oscuridad, intentaba no levantar la cabeza de la almohada tanto cuanto podía para que esas últimas palabras no me abandonaran, atrapadas como un pez en un charco entre las rocas, durante la marea baja.
La promesa implícita en las palabras me protegía también de la oscuridad. Las palabras prometían que no estaría solo, todavía.

John Berger,
Cada vez que decimos adiós.
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