lunes, 31 de octubre de 2011

La edad de la Inocencia


















A propósito de Halloween, fiesta de brujas, que hoy se celebra sobretodo en Estados Unidos, sobrevuela en mi mente la idea de la inocencia. Esa palabra que suele adjudicarse a la infancia, como sinónimo de ingenuidad y pureza.
Al parecer, son los niños quienes portan la etiqueta de inocentes. Y es la vida, con sus tajadas de crueldad, quien va desgarrando esa cualidad inmaculada y áurica que los rodea.
A los niños se les atribuyen cualidades y virtudes que deberían ser dignas de imitar. Son los portadores de la mágica llave que abre las puertas del paraíso. "Si no os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos", destaca la biblia.
¿Y cómo son los niños? ¿Cuáles son esas mágicas cualidades que los hacen dignos de entrar en esa Casa?
Los niños son naturalmente egoístas. Buscan satisfacer sus propias necesidades y deseos. Defienden con uñas y dientes sus pertenencias. A veces las prestan, muchas veces no.
Dicen lo que piensan, sin miramientos ni delicadeza, hasta que algún adulto les endereza el torcido descaro y empiezan a disfrazar sus pensamientos.
Ríen a carcajadas sea o no adecuado el momento y el lugar. Lloran a los gritos, en iguales circunstancias a la anterior.
Mienten. ¡Cómo mienten! Y no sienten culpa ni remordimientos por ello.
Son caprichosos y exigentes.
Saben lo que quieren, y no descansan hasta conseguirlo.
Tienen una creatividad sin límites y la ejercen toda vez que pueden y toda vez que no son cercenados.
Son curiosos. ¡Curiosísimos! E investigan sin vergüenza tanto su cuerpo como el ajeno; cajones y escondrijos; billeteras y baúles; carteras y roperos; y todo aquello que les indique el haz de la propia inquisición.
No conocen la idea de límite hasta que un adulto se las impone.
No sienten temor hasta que alguien les cuenta que el miedo es de temer.
Sueñan las veinticuatro horas del día. Y hacen horas extras.
Se hacen amigos de desconocidos sin importarles raza, credo, inclinaciones o profesión.
Profesan su fe sin esconderla y creen en todo. En Papá Noel y los ángeles. En los duendes y los planetas. En las hadas y los extraterrestres. En las brujas y sí, en casi todo lo que les dicen los adultos.
Los niños son espontáneos y, sobretodo, libres. Ejercen el derecho por excelencia que es el libre albedrío.
¿Y eso es lo que los hará entrar sin escalas ni papeleo al paraíso?
O tal vez sea la inocencia. Esa cualidad que no está contaminada por el desencanto, ni por el desengaño, ni por la amargura. Esa virtud llena de fuerza que es capaz de revertir las heridas y transformarlas en fuentes de vida y abundancia.
Esa pequeña y poderosa llama que nunca se apaga.
A pesar de las tormentas y de los vendavales. A pesar de la desesperación y el miedo. A pesar del odio y la desesperanza.

Victoria Branca

viernes, 28 de octubre de 2011

El respeto hacia uno mismo
















"De todos los juicios que entablamos en la vida, ninguno es tan importante como el que entablamos sobre nosotros mismos, ya que ese juicio afecta el propio núcleo de nuestra existencia.
Estamos en el medio de una red casi infinita de relaciones: con otras personas, con las cosas, con el universo. Y, sin embargo, a las tres de la mañana, cuando estamos solos con nosotros mismos, tomamos conciencia de que la más íntima y poderosa de las relaciones, aquella que nunca podremos eludir, es la relación con nosotros mismos.
No existe ningún aspecto significativo de nuestro pensamiento, motivación, sentimientos o comportamiento que no se vea afectado por la autoevaluación.
Somos organismos no sólo conscientes, sino conscientes de nosotros mismos. Esa es nuestra grandeza y, a veces, nuestra carga.
Nos probamos, evaluamos y cuestionamos de un modo que resulta imposible para otras especies. Nos preguntamos: ¿Quién soy? ¿Qué quiero? ¿Hacia dónde voy? ¿Qué propósito tengo en la vida? ¿Mi conducta se adecua éste propósito? ¿Me enorgullezco o avergüenzo de mis elecciones y acciones? ¿Estoy contento o descontento de ser quien soy?
Tenemos la capacidad de formularnos estas preguntas y la capacidad de huir de ellas. Pero las preguntas siempre están ahí, esperando una respuesta, aún cuando preferimos fingir que no existen o no nos incumben."

Nathaniel Branden
El respeto hacia uno mismo

miércoles, 26 de octubre de 2011

A 220
















Vamos por los 220.
Es lindo ver crecer los proyectos y este blog y yo queremos llegar a más seguidores.
Faltan 11 valientes para llegar a esta meta.
¿Quién se suma?

martes, 25 de octubre de 2011

Se me rebelaron los libros














No soy ortodoxa ni prolija para leer. Sobre mi mesa de luz, al costado, debajo y detrás tengo pilas de libros que ya empecé y otros que quiero empezar si la vida me lo permite.
Si un libro no me gusta, por más que sea hiper best seller, no lo compro; y sí compro otros que quizás tienen pésima prensa pero para mí son especiales.
Subrayo y escribo los libros que leo. Con lápiz, con birome, con lapicera o lo que tenga a mano. ¡Vade retro irreverente!
Los libros no son sagrados, la lectura lo es. O, más bien, ese encuentro silencioso y profundo que se establece mediante la palabra entre escritor y lector. Entre alma que se expresa y alma que se siente expresada.
Tengo más de veinte libros esperando su turno para ser leídos. Tocados. Elegidos entre el tumulto. Pero como soy caprichosa, y más cuando me ponen presión, no me decido cuáles serán los elegidos para estos días.
Y ellos, que son orgullosos y egocéntricos, no están dispuestos a esperarme y decidieron amotinarse en mi contra.
No encuentro aquél que pensaba leer primero y el que no me atraía tanto se puso en primer lugar. El que estaba leyendo se me quedó olvidado en una sala de espera y uno que me regalaron y pensaba cambiar ya fue abierto y subrayado por algún duende de la lectura...
¿Conocen a un adiestrador de libros o un bibliotecario con suficiente autoridad?
Se requiere intervención inmediata.

Victoria Branca

lunes, 24 de octubre de 2011

Peso en el cuerpo, peso en el corazón













Marianne Williamson es la autora del libro "Volver al amor", un texto que incluye aquella perlita que leyera Nelson Mandela cuando asumió la presidencia de Sudáfrica luego de su excarcelación.
El texto dice: "Nuestro miedo más hondo no es sentirnos incapaces, nuestro miedo más hondo es sentirnos poderosos más allá de toda medida. Es nuestra luz no nuestra oscuridad lo que más nos asusta..." Y nos recuerda que estamos aquí para hacer brillar esa luz que hay dentro nuestro, que muchas veces disminuye su brillo hasta apagarse por creencias limitantes y experiencias dolorosas.
Marianne hizo popular Un curso de milagros que intenta revertir los pensamientos y creencias de base que limitan nuestra mirada positiva acerca de nuestra existencia y las circunstancias que rodean nuestra vida.
Hace unos meses publicó un nuevo libro basado en las enseñanzas del curso de milagros pero esta vez aplicado al cansador tema del exceso de peso y las adicciones.
Titulado "A course in weight loss, 21 spiritual lessons for surrendering your weight forever", indaga de manera profunda y holísitica en aquello que nos hace comer compulsivamente, elegir alimentos que no son saludables y caer en conductas compulsivas que nos alejan de una vida sana y equilibrada.
¿Por qué caemos en actitudes autodestructivas sabiendo que no nos hacen bien?, se pregunta. Y sus intentos de acercamiento a la verdad auscultan respuestas que provienen del alma y no sólo del cuerpo.
Atiborrarse de comida chatarra es una manera de anestesiar el malestar profundo. Tirarse frente al televisor a ingerir programas sin discriminación embota nuestra pena, distrae nuestra atención y hace que las horas pasen sin sentir demasiado.
Aumentar la grasa corporal genera una falsa sensación de seguridad. Al igual que el exceso de dulces y azúcares.
Un cuerpo engordado parece cobijarnos del mundo, como si nos metiéramos dentro de un abrigo gigante que nos garantizará inmunidad y protección frente a cualquier adversidad. Pero esa es otra de las mentiras en las que caemos, ya que al observar la imagen que nos devuelve el espejo sentimos mayor frustración, menos aprecio y más miedo.
El peso del cuerpo no significa nada en comparación al peso del corazón. Y mientras no ahondemos en las causas profundas que nos llevan a castigarnos con hábitos autodestructivos no podremos salir de ese círculo vicioso y negativo en el que hemos echado a nuestra alma.

El libro no está traducido al castellano aún. Si me tienen paciencia, les iré traduciendo las partes más relevantes e inspiradoras.

Victoria Branca

miércoles, 19 de octubre de 2011

Paréntesis















Los viajes tienen, para mí, esa posibilidad de poner la propia vida en un paréntesis.
Dejo de ejercer los roles que me habitan por ósmosis. Tomo distancia de aquella que creo ser y me conecto ( en un nivel espiritual y no cibernético) con algo que es distinto a mí pero que parece ser más yo misma que lo que creo ser.
Dejar en suspenso por unos días mi cotidianidad, con sus rutinas y sus creencias inamovibles, con sus asuntos inmediatos y su seriedad, con sus preocupaciones y oficios, con sus demandas e impaciencias, me ubica en un nuevo lugar. Donde hay otros tiempos.
Otros asuntos.
Otras prioridades.
Descubrimiento inquietante: la vida sigue sin mí.
Pensamiento revelador: no soy indispensable.
Idea persistente: puedo ir y venir cuando quiera.
Conclusión sine que non: Los paréntesis no encierran, abren. Y una vez dentro de ellos, no hace falta aclararle nada a nadie.

Victoria Branca

lunes, 3 de octubre de 2011

Una sarta de esperanzas y delirios
















"No es exactamente como fundar un ciudad
sino más bien como fundar una dinastía

el recuerdo tiene manos nubes estribillos
calles y labios árboles y pasos
no se planifica con paz ni compás
sino con una sarta de esperanzas y delirios

un recuerdo bien fundado
un recuerdo con cimientos de solo
que con todo su asombro busca el amor
y lo encuentra de a ratos o de a lustros
puede durar un rumbo o por lo menos
volver algunas noches a cavar su dulzura..."

Mario Benedetti

Este blog y yo nos tomaremos unos días de descanso.
Les dejamos nuestra música y las palabras
para que les hagan, siempre, compañía


Victoria

sábado, 1 de octubre de 2011

5 Cosas













Que no quiero olvidar

Estoy aquí de paso

No soy dueña de nadie

Lo que pienso no es lo importante

Todo está conectado

Mi granito de arena sí importa
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