jueves, 31 de marzo de 2011

Sólo sé ser íntima














Dice en la página 433:

"Abro bien los ojos, y no pasa nada: sólo veo. Pero el secreto, no lo veo ni lo siento. El tocadiscos está descompuesto y vivir sin música es traicionar la condición humana que está rodeada de música. Además, la música es una abstracción del pensamiento, hablo de Bach, de Vivaldi, de Haendel. Sólo puedo escribir si estoy libre, y libre de censura, si no, sucumbo.
Miro la silla estilo imperio y entonces es como si ésta también me hubiera mirado y visto. El futuro es mío mientras viva. En el futuro se va a tener más tiempo de vivir, y de paso, de escribir. En el futuro, se dice: si lo llego a saber, yo no hubiera nacido.
Marli de oliveira, yo no te escribo cartas porque sólo sé ser íntima. Además, sólo sé ser íntima en todas las circunstancias, por eso, soy muy callada. Todo lo que nunca se hizo, ¿se hará un día? El futuro de la tecnología amenaza destruir todo lo que es humano en el hombre, pero la tecnología no alcanza a la locura, y en ella es en donde lo humano del hombre se refugia. Veo las flores en el jarrón: son flores del campo, nacidas sin ser plantadas, son lindas y amarillas. Pero mi cocinera dice: ¡huy!, qué flores tan feas. Sólo porque es difícil comprender y amar lo que es espontáneo y franciscano. Entender lo difícil no es mérito, pero amar lo fácil de amar es un gran paso en la escala humana.
Cuántas mentiras estoy obligada a decir. Pero me gustaría no estar obligada a mentir conmigo misma. Si no, ¿qué me queda?"

Clarice Lispector,
extracto de Tempestad de Almas,
Cuentos reunidos

miércoles, 30 de marzo de 2011

Los 3 secretos de la Resiliencia
















Firme aceptación de la realidad

Las personas fuertes afrontan las situaciones difíciles sin negarlas y hacen lo que sea para sobrevivir a ellas. Los mecanismos defensivos como la racionalización, la negación y hacerse ilusiones, son estrategias muy comunes cuando las cosas se ponen difíciles pero, una vez pasado el impacto inicial, sólo superarás las dificultades si te haces una idea clara y realista de lo que está ocurriendo.


Una profunda creencia en que la vida tiene sentido

Los valores más importantes que dan sentido a nuestra vida suelen ser de naturaleza espiritual. Sentir una verdadera conexión con una inteligencia superior, tanto si nos relacionamos con ella como un dios bondadoso y comprensivo o como la energía universal de la compasión, nos alienta a sacar lo mejor de nosotros.
La fe (creer en algo más allá de nosotros y de lo que vemos) nos ayuda a mantener la calma y la esperanza y a sentir emociones positivas como la maravilla, la alegría y la gratitud que eliminan el stress y cultivan la fuerza interior.


Una asombrosa capacidad para improvisar

Las personas resilientes son maestras en la innovación. Su imaginación es fértil y captan detalles que a otros les pasan desapercibidos. Al igual que un niño que transforma una cacerola en un tambor o sombrero, usan su imaginación para improvisar soluciones en medio del infortunio con lo que tienen a mano.

"El pesimista se queja del viento, el optimista espera que cambie, el realista ajusta las velas" William A. Ward


Ideas extractadas del libro
Pase lo que pase no es el fin del mundo,
de Joan Borysenko

martes, 29 de marzo de 2011

Tres venenos
















Los tres venenos del pensamiento pesimista


Veneno nº 1: Tomártelo como algo personal

Los pesimistas se toman las situaciones negativas como algo personal y se echan la culpa de sus problemas. Culpabilizarse y avergonzarse de uno mismo porque las cosas fallaron o no salieron como uno esperaba hace que uno se llene de emociones negativas. Errar es parte del ser humano. Nadie es infalible y de las experiencias adversas siempre se puede aprender.


Veneno nº 2: Ver los problemas como algo penetrante

El pesimista suele identificarse con el problema y permite que éste lo impregne todo. Identificarse con lo que ocurre y creer que todo está mal no permite la distancia necesaria para poder buscar una solución y actuar eficazmente. Si hay un problema en mi vida debo acotarlo al área que afecta.


Veneno nº 3: creer que tus problemas son permanentes

Los pesimistas creen que la mala suerte les durará para siempre. Que todo está perdido y no hay nada que se pueda hacer. Este modo de pensar lleva a la desesperación y a la depresión. Si no hay nada que yo pueda hacer para salir de esta situación ¿qué sentido tiene mi vida? Pero, en realidad, ¿Quién sabe cómo irán las cosas? ¿Acaso somos adivinos?

Ideas extractadas del libro
Pase lo que pase no es el fin del mundo
de Joan Borysenko

domingo, 27 de marzo de 2011

¿El libro o la vida?















La semana pasada me llegó por Amazon la biografía recién publicada de Mark Twain. Es un libro de tapa dura que mide 26 por 18 cm, que pesa aproximadamente 3 kilos y que tiene 738 páginas. (Y éste es sólo el primer volumen)
Sorprendida por el voluminoso ejemplar, que llegó en su caja de cartón característica junto con otros libros que también había encargado, empecé a dudar si alguna vez encararía la odisea de leer esa especie de enciclopedia infinita. Porque convengamos que para leer "eso", entre tantos otros libros, revistas, panfletos, muestrarios, cartas, emails, gestos, mudeces, miradas, sonrisas, muecas, paisajes, horizontes y corazonadas, necesito tiempo. ¿A qué robárselo? ¿Valdrá la pena el hurto?
Leer es una pasión. O enfermedad. Vicio y maravilla. Escape. Salvación. Trinchera. Paréntesis. Refugio...
Pero ante esta clase de libracos gigantes se me plantea la disyuntiva que detesto: ¿el libro o la vida? ¿La historia concluída de Twain o la mía que aún no concluye?
No debiera ser así. Esto o lo otro. Él o yo. Pero el mundo moderno vive apurado y produce en demasía. Hay demasiados libros. Demasiada información. Demasiados intereses. Y poco tiempo para tanto.
Tal vez el desafío sea aprender a seleccionar lo que vale la pena de lo que no lo vale tanto. Pero no es el caso. Me interesa la vida de Twain y me gusta lo que escribió. Pero también me interesan otros autores y mi propia vida.
Mientras me decido, dejo el flamante volumen completado y editado por "The Mark Twain Project" en un rincón de mi biblioteca y me pongo a cocinar unos fetuccini con crema y parmesano mientras imagino si a Twain, alguna vez, le habrán cocinado unas pastas así. Como las mías.

jueves, 24 de marzo de 2011

Donde conviven peces y restos humanos
















"No debiera arrancarse a la gente de su tierra o país, no a la fuerza. La gente queda dolorida, la tierra queda dolorida."

Juan Gelman

Mi padre fue arrancado a la fuerza de su tierra, de su país, de mi vida. Tragado por las fauces inmensas de la voracidad del poder. Sentenciado a muerte por un tribunal fantasma. Arrojado, quizás, como un desecho, a las aguas turbias del rio de La Plata donde conviven peces y restos humanos, naturaleza y exterminio.
Hoy se conmemora ¿qué? ¿El inicio de la impunidad y el miedo? ¿El comienzo de una dictadura nefasta? ¿Un proceso de aniquilación sistemática y secreta? ¿La manifestación del infierno en la tierra?
Hubiera sido más noble y acertado conmemorar a la justicia y a la verdad en la fecha en que comenzó la democracia, no el golpe de estado. Pero más allá de ello, a los muertos se los recuerda en libertad, sin fechas impuestas desde afuera. Cuando el corazón lo dicta.
A mi padre lo llevo en el corazón, aunque sea parte de una lista siniestra.

Victoria Branca

martes, 22 de marzo de 2011

Vigilantes nocturnos de la Esperanza













¿Qué es lo que hace que ante una tragedia unos se pongan de pie y otros caigan abatidos?
¿Qué resorte misterioso les permite a algunos fortalecerse ante los embates de la vida y a otros ser consumidos por la desesperación?
¿Existe algún gen milagroso que convierte a algunos seres humanos en héroes?
¿Qué diferencia al que se reconstruye luego de un profundo dolor del que permanece abatido?
¿Por qué hay personas que son capaces de bailar bajo la lluvia en vez de maldecirla?
¿O de seguir creyendo en el amor a pesar del desamor?
¿Qué condimento oculto sazona a aquellos que eligen la vida a pesar de todo?
¿Qué clase de medicina utilizan aquellos que curan las heridas del alma convirtiéndolas en el tallo de una flor?

Mientras espero vislumbrar algún atisbo de respuesta, me uno a la cuadrilla de los vigilantes nocturnos de la esperanza, que a pesar de la muerte, el odio y el desamor eligen creer en la vida, en la raza humana y en el amor.

Victoria Branca

lunes, 21 de marzo de 2011

No tengo nada para decir


















No tengo nada para decir, o, más bien, son tantas las cosas que quisiera decir que no sé por dónde ni cómo empezar.
Me gustaría hacer de cuenta que lo que ocurre en Libia y en Japón son historias de otros planetas. Pero, para mi perdición, ya intuí que el otro soy yo. Y que el infierno no son los otros.
Quisiera salir a pasear por mi ciudad con la confianza de una niña que todo lo cree, todo lo espera, a todo y a todos sonríe, y cree que lo mejor está por venir, pero a esa niña hoy la dejé dormir más de la cuenta y no pienso despertarla con las malas nuevas.
Somos espejos, los unos de los otros. Lo que ocurre en un extremo del planeta está íntimamente relacionado con lo que no ocurre en el otro. No me refiero a los llamados desastres naturales. Sino a los que planean y realizan de manera antinatural los seres humanos. Nosotros, los que por olvidar que somos parte de la naturaleza nos deshumanizamos.
Que lo último que se pierda sea la esperanza, suele decirse en momentos de desasosiego.
Que lo último que se pierda sea el sentido. El creer que vale la pena la vida a pesar de todo y de tanto.
O de tan poco.

sábado, 19 de marzo de 2011

La tierra














La tierra tiene razones que la humanidad desconoce.
La tierra es un ser vivo.
La tierra late y gime, vibra y llora.
La tierra no posee maldad. Tan sólo ES.
La tierra es madre pero también hija.
La tierra se mueve al ritmo del universo.
No posee ánimo de venganza ni planea estrategias de ataque.
La tierra resiste los embates del hombre y, a su vez, lo sostiene.
La tierra no está envilecida por el odio ni acuna a la maldad.
La tierra engendra retoños y especies.
La tierra se mueve al compás de las voces humanas. Y del susurro divino.
La tierra rota y se traslada. Pero no se detiene.
La tierra no tiene una agenda. No especula ni castiga.
La tierra no posee maldad.
Tan sólo ES.

jueves, 17 de marzo de 2011

Sujeto Tácito



















Hay abismos de silencio en mí

martes, 15 de marzo de 2011

Un abrigo de Arcilla















La muerte es un diálogo
entre polvo y Espíritu.
"Deshazte", dice ella -y el Espíritu:
"Señora, espero algo bien distinto"-

Duda de esto la muerte -argumentando
a ras del suelo- Y se aleja el Espíritu,
sólo dejando como prueba
un abrigo de arcilla.


Death is a dialogue between
the Spirit and the Dust.
"Dissolve" says Death -The Spirit
"Sir, I have another trust"-

Death doubts it -argues from the ground-
The Spirit turns away
just laying off for evidence
An overcoat of clay.

Emily Dickinson
Poemas a la Muerte

lunes, 14 de marzo de 2011

Sólo sé que no sé nada













Cuanto más vivo, menos seguridades tengo. Me refiero a esas del tipo: "esto es así porque..." o "esta es la consecuencia de..."
Cuanta más experiencia adquiero menos certezas obtengo. Todo lo contrario.
Siempre creí que hacerse adulto era incorporar una serie de verdades inamovibles y regirse según ellas. Ahora, creo que la inmovilidad se acerca más a la muerte y al estancamiento. Que la vida es el misterio por excelencia, más que la muerte. Que la tierra es un ser vivo y, como tal, se expresa y manifiesta cuando quiere. Que las seguridades que ofrece la raza humana son tan firmes como una pluma en el viento y tan consistentes como un puñado de arena entre las manos.
Que vivir protegiéndose de todo no es vivir. Que los planes se desbaratan y los seres queridos nos son arrebatados. Que los arrebatos son saludables, pero no constantemente. Que la constancia es una virtud pero puede ser una cárcel. Que el peor carcelero es el miedo. Que los miedos cumplen una función en nuestra vida, pero hay que darles franco. Que el poder es una ilusión, pero poderosa.
Que el amor no es atómico ni matemático. Que la infalibilidad es un cuento. Que los errores son grandes maestros pero mientras enseñan pueden dañar. Que endilgarle la culpa de todo a un dios es de cobardes. Que como es arriba es abajo, y como es al costado es en el centro y como es afuera es adentro.
Que si todos vamos a morir, empecemos a vivir. Que es mejor que la muerte nos encuentre viviendo.
O cantando, como a John Lenon.
Y de todo esto que dije, no, no estoy tan segura...

Victoria Branca

viernes, 11 de marzo de 2011

Quiero ser Gwyneth Paltrow



















La conocés, ¿no?
Es la actriz que ganó el oscar por su "julieta" en Shakespeare enamorado. Entre otras cosas...
Porque, además de que está buenísima y luce modelos elegantes como si fuera, valga la redundancia, una modelo, ¡Hace de todo!
Te cuento las razones por las que me gustaría ser "ella".
Habla tres idiomas. Actúa bien. Es linda. Tiene una figura envidiable y ya tuvo dos hijos. Es deportista. Cocina como los dioses. Tiene buen gusto. Vive entre Estados Unidos y Europa. Está casada con Chris Martin, el líder de Coldplay...
No me gusta Martin como hombre (para eso los tenemos a Brad Pitt, Vigo Mortenssen y Mark Whalberg, que fueron sus novios) pero me imagino al tipo cantándole con su guitarra en medio de la cocina y ya me da urticaria.
Volvamos a la lista, entonces...
Hace todo eso que te digo y tiene todos esos atributos y además, como si la vida no fuese suficientemente injusta y despareja, ¡¡¡¡¡¡¡¡¡canta!!!!!!!!!
Ya hizo dos participaciones en la serie Glee, donde interpreta a una maestra sustituta que baila y canta, seduce al profesor, se contonea con gracia sobre unos tacos altísimos y encima es sexy.
Basta, Gwyneth, anda con tus dones a otra parte.
Y como si esto fuera poco ¿Estás por sacar un disco?
%&$*U&!!!//X¨*!!
Ah, pero hay una cosa que si tengo, como vos. Un blog.
El tuyo está bueno, pero el mío está mejor.

miércoles, 9 de marzo de 2011

El ticket sin retorno


















¿En qué momento embarrarse pasa a ser algo inconveniente?
¿Por qué la lluvia se transforma de la noche a la mañana en una amenaza?
Lo que en la niñez es fuente de gozo y libertad empieza a ser, por arte de algún embrujo, una incumbadora de gérmenes y virus.
Hay que protegerse de todo. De los mosquitos, de los rayos UV, de los extraños, del colesterol malo, de las frituras y los picantes, de los ácaros, de las calorías huecas, de la mala literatura, de la intemperie, de los tentempiés, del ocio...
¿De dónde sacamos, un día, el ticket sin retorno a la planificación constante y la prevención excesiva?
¿Dónde quedaron la espontaneidad y el garabato? ¿La curiosidad y el arrojo? ¿El vagabundeo sin fines de lucro? ¿La libre expresión de ideas y sentimientos?
¿Existe, acaso, un mini dictador marcándonos el paso desde adentro? ¿Qué guión invisible pero poderoso empezamos a seguir al pie de la letra en esta comedia humana? ¿La voz de quién o quienes suena más fuerte que la propia?
"Que eso no se dice, que eso no se hace, que eso no se toca...", le canta Serrat a esos locos bajitos.
Tal vez por exceso de directivas en la niñez, nos acostumbramos a creer que la adultez consiste en seguir a pie juntillas una serie interminables de órdenes, reglas y deberes. Y que si no lo hacemos llamaremos la atención negativamente o, lo que es peor, dejaremos de pertenecer a donde quiera que creamos que pertenecemos. Entonces armamos una estrategia para vivir. Ubicamos a los amigos cerca y a los enemigos en la vereda de enfrente. Acopiamos provisiones, construimos trincheras, dinamitamos las ideas peligrosas y nos munimos de la razón y los buenos modales para demarcar nuestro territorio. Cuando llueve abrimos el paraguas para protegernos de esas balas líquidas y corremos a guarecernos. No sea que el agua helada nos descoloque y empecemos a chapotear como locos, ya no bajitos.
Picasso dijo alguna vez que ser niño le llevó toda la vida. "Todo niño es un artista -agregó- el problema es mantenerse siéndolo una vez que se ha crecido".

Victoria Branca

viernes, 4 de marzo de 2011

No te salves


















No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo

pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo

Mario Benedetti

jueves, 3 de marzo de 2011

Story telling












"Aristóteles entendía que el drama y la ficción pueden limpiar un alma atestada y confundida. Acudir al teatro o al cine puede ser una forma de catarsis, pero contar las historias que usted mismo ha vivido también puede limpiar y purificar.
El hecho de contar repetidamente una historia hace que los fragmentos de la experiencia vital encajen progresivamente.
Durante el relato de una historia, no sólo la persona que escucha, sino la que relata experimenta una catarsis. Una historia sobre lo que está viviendo da forma a su experiencia, le sitúa fuera de usted mismo para poder analizarla".

Thomas Moore

"By talking or writing about previously inhibited experiences, individuals translate the event into language.
Once it is language-based people can better understand the experience and ultimately put it behind them."

Hablar o escribir acerca de experiencias que fueron reprimidas hace que el individuo traduzca el hecho al lenguaje. Una vez que la vivencia se hace lenguaje puede ser mejor comprendida y dejada atrás.

James W. Pennebaker

martes, 1 de marzo de 2011

Silvia
















La portera del edificio donde viví en Paris se llamaba Silvia. Con acento en la a. Era petisa y gorda. Hablaba en francés pero ella no era francesa, era de Portugal. Y arrastraba las eses y las ces como si fueran zetas, pero no eran zetas, sonaban, más bien, como el zumbido molesto y persistente de las abejas. Pero Silvia no era dulce, sólo gorda.
Yo estaba recién mudada y tenía una beba de seis meses y como Silvia, además de sus hijos grandes tenía una hija apenas más grande que la mía, se me acercaba a hablar cada vez que me veía entrar al edificio.
Silvia barría la vereda y recibía la correspondencia. Fumaba mucho. Lo sé porque además de verla en vivo, apoyada sobre la baranda de hierro del balcón de la portería que daba a la calle en la planta baja, podía oler el humo del cigarrillo en los sobres que llegaban a mi puerta. Eran cartas que venían desde Buenos aires.
Silvia le planchaba la ropa a Madamme Asté, que vivía en el segundo piso. Era viuda y durante muchos años había sido profesora de literatura. Y yo la adopté, a Madamme Asté, como a una abuela. Y la invité a pasar la navidad con nosotros.
Y a tomar el té. Y a conversar de libros y de la vida. Y ella me invitó al teatro, a ver una obra de Molière. Y a tomar un aperitivo en el lobby de un hotel cerca del Parc Monceau.
Y un día me regaló un libro que ahora está en la biblioteca de mi comedor. Es de Victor Hugo. Y no dejo que nadie lo saque de ahí.
No creo que Silvia leyera libros. Al menos no de esos que estaban en los estantes de Madamme Asté. Y si lo hacía, intuyo que olerían feo, como los cigarrillos.
El año pasado fui a visitar a Madamme Asté. Ya no se arregla como antes, anda casi todo el día en una robe de chambre y sale de su casa sólo para ir al médico. Por momentos pierde la noción del tiempo y se pone a decir incoherencias, pero luego recupera la lucidez de siempre y me habla de política, y de arte, y me cuenta anécdotas de Salíes de Béarn en el pais vasco, donde ella se refugió con su familia durante la guerra.
"Elle n'est pas bien", me dijo con su particular acento, Silvia, la portera, que sigue custodiando el edificio con su cigarrillo como si el tiempo sólo hubiese pasado para los demás.

Victoria Branca
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