lunes, 25 de enero de 2010

Prisión a medida



















La libertad es un bien codiciado. Un ideal al que todos aspiramos y por el que vale la pena luchar.
Flamea en lo alto como estandarte. Ennoblece a sus portadores. Se la busca con pasión y desenfreno. Se la ofrece como camino de liberación y felicidad.
Se la venera y se la disfraza. Es adoptada con fanatismo y luego enviada al exilio. Es, en definitiva, un commodity que cotiza en bolsa.
Se supone que el libre albedrío, retoño dilecto de la libertad, es el derecho inalienable de todo ser humano. Su ausencia provoca enfrentamientos e incluso guerras. Nadie quiere estar a merced de voluntades ajenas, ni dejar en manos de otros el timón de la propia vida.
Sin embargo, los otros y los ajenos son a quienes primero hacemos responsables de nuestros errores. De nuestros actos fallidos. Y, también, de nuestra falta de libertad.
Toda vez que nos sentimos prisioneros, buscamos en seguida a quien responsabilizar y rara vez ponemos el foco en lo que podamos haber hecho nosotros mismos para sentirnos constreñidos o faltos de libertad.
Somos especialistas en meternos en cuartuchos diminutos, con aire viciado y paredes estrechas y quedarnos acurrucados allí dentro esperando que algún carcelero conocido venga a liberarnos.
Por temor, por cobardía, por comodidad... es que es más fácil darle la llave maestra de nuestra vida a otro. Llámese padre, tutor, adulto responsable o dios omnipotente, y ubicarnos en el rol limitado y falto de horizontes del que deja las respuestas y soluciones en poder ajeno.
Estar reclusos en ciertas prisiones nos da seguridad. Nos sentimos a resguardo y protegidos del aleteo alocado e impredecible del libre albedrío.
Pero no olvidemos que entramos allí de manera voluntaria. Y que podemos salir de la misma manera.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Brava! Bravísima!
(En el buen sentido..usted me entiende)
Moi

Mercè Castro Puig dijo...

¡Que bonito, Victoria! ¡Cómo nos cuesta hacernos responsables de nuestras propias vidas1 Aunque nos resistimos, intuyo que ahora, más que nunca, los tiempos nos empujan a llevar las riendas, a reinventarnos a nosotros mismos para continuar creciendo. Las pautas a las que estamos acostumbrados, las que nos son cómodas, parece que ya no sirven para enfrentar los nuevos desafíos.
Un abrazo grande,
Mercè

Anónimo dijo...

HUAAUUU!!!,SE SIENTE COMO EL RUGIDO DE UNA LEONA...? cuidadora, madre, generadora, proveedora, etc., LA QUE PERCIBE EL"peligro" CONSTÁNTEMENTE Y SABE, BIEN SABE QUE SE PUEDE LLEGAR A: "EN VÍAS DE EXTINCIÓN",,,porque no se siente
"libre", todo se achica y se reduce "a un predio", no hay "alimento", probabilidades de "mejorar raza y condiciones", las "posibilidades" no se vén al alcance... ESE LIBRE ALBEDRÍO? entre QUÉ y QUÉ, QUÍENES, CUÁNTOS, DONDE!!!

Y ESTO TAMBIÉN PODEMOS (nada nos encierra salvo que no queramos) y TAMBIÉN VA A PASAR (porque nada es eterno...salvo la muerte y "esta" ya tiene resolución "la eternidad"!!!) un cariño para vos VICTORIA Y A MERCÉ,,, que la estoy siguiendo (ya me escuchará) BEA

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