martes, 29 de junio de 2010

Una cierta perspectiva


















Viajar, como leer, me permiten mirar mi propia vida en perspectiva.
Cuando me alejo de mi país, de mi casa, de mis rutinas, de las personas que comparten sus días conmigo, accedo a una mirada nueva, distinta a la que venía teniendo hasta antes de partir.
Tomar distancia, y esto no es novedad, ayuda a observar las cosas con mayor nitidez.
Pareciera que cuando uno anda inmerso en su vida cotidiana, algunas cosas (y también personas) perdieran definición y uno se acostumbrase a verlo todo fuera de foco.
Y así se desenvuelve la vida, cubierta por cierta bruma difusa, desdibujada, en donde uno solo sigue haciendo lo mismo de siempre, con la gente de siempre, de la misma forma de siempre.
Salirse por un rato de ese escenario en que se desarrolla la propia vida permite que uno la observe con una lente nueva. Que haga zoom en detalles que antes pasaban desapercibidos. Que destaque insignificancias que por pequeñas parecen menos importantes, pero que son primordiales.
Y en ese oficio transitorio de fotógrafo de la vida, uno deja de darse respuestas automáticas y se anima a hacerse nuevas preguntas.
¿Por qué le doy tanta importancia a esto y pongo en riesgo aquello que de verdad importa?
¿De qué me protejo protegiendo esta versión falsa de la realidad?
¿Cómo es que sigo poniendo el foco en aquella mancha y colaboro para que se desdibujen esos destellos de luz tan necesarios?
¿La vida de quién estoy viviendo? ¿Por qué no la mía?
Y las preguntas se convierten en dedos sabios que van ajustando la lente hacia los objetivos correctos.
Y uno accede a que las sombras estén donde deban estar. Y a que la luz destaque lo que tenga que destacar. Y a que aparezca la imágen tal como es, sin retoques. Sin velos. Sin adulteraciones.
A veces es necesario alejarse físicamente de algo, o de alguien, para ver mejor. Pero no siempre. Uno puede lograr esa cierta perspectiva deteniéndose por un momento en el acelerado trajín cotidiano. O retirándose a alguna habitación propia donde nada ni nadie se entrometa. O sumergiéndose en las páginas de algún libro develador. O animándose a caer en el amor (fall in love) sin paracaídas ni planes de vuelo. O entregándose al fluir natural, caótico y tremendamente vivo de la vida. O... (completa la linea punteada)

Victoria Branca

5 comentarios:

Mercè Castro Puig dijo...

Que alegría Victoria volverte a leer. Por lo que escribes imagino que has vuelto renovada. Te sienta bien París!
Besos

Victoria dijo...

Hola Mercé!
París siempre me sienta bien...
Próxima escapada en búsqueda de perspectiva: Barcelona.
Te mando un gran abrazo.

eralamaga dijo...

Que lindo Victoria!!!! Para leerlo todos los dias!!! que bien te hace viajar!!!!
Besos!!

Anónimo dijo...

... o escribiendo, poniéndole en letras la vida como en notas la música...

Mercè Castro Puig dijo...

Victoria, ¿he leido bién? Barcelona! fantástico. Aquí te espero. Ni se te ocurra pasar sin vernos.

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