lunes, 4 de octubre de 2010

Tiempo a solas


















En estos tiempos vertiginosos y aglomerados, de la soledad se huye. Porque asusta, primeramente, encontrarse cara a cara, corazón a corazón, con el propio interior. Ese lugar primordial que anda descuidado entre tantos asuntos mundanos que requieren rapidez, eficacia, precisión y, sobretodo, cabeza.
La soledad es "eso" que les sucede a los que no tienen amigos, ni invitaciones, ni programas para el fin de semana. Ese ese "cuco" que los visita en una casa desprovista de música, internet, diversión y festejos. Es el "bajón" que sobreviene cuando uno se detiene en esta carrera frenética y tan necesaria para sobrevivir.
Nadie quiere quedarse solo. Mucho menos sentirse así. Hay que llenar los vacíos y tapar los agujeros pronto. No sea que el alma comience a escaparse de a montoncitos hacia afuera y el corazón se destemple.
Las multitudes dan esa falsa sensación de compañía, pero no proveen de intimidad. Los contactos virtuales me hacen creer que pertenezco a una fraternidad de personas, pero eso ocurre sólo de manera parcial.
¿Qué temo de la soledad? ¿Tener que entrar en habitaciones abandonadas? ¿Reconocer aspectos descascarados de mí misma? ¿Adentrarme en zonas oscuras y prohibidas? ¿Hacer silencio, muy a mi pesar? ¿Recordar lo que dí por sepultado y olvidado? ¿Vérmelas con las caras desilusionadas de mis sueños perdidos? ¿Tener que recoger del piso fotos viejas que hubiera querido no volver a ver jamás?
Los momentos a solas con uno mismo provocan vértigo y desvelo. Por eso, justamente, porque en soledad a uno no le queda otra que descorrer los velos para ver qué se esconde detrás. Y si uno se anima a dar unos pasos hacia adentro recobra objetos, y se reencuentra con gente del pasado, y ata cabos, y devela viejos misterios. Y si avanza aún más puede hallar sueños olvidados que aún esperan su turno para ser cumplidos, y talentos adormecidos pero llenos de entusiasmo. Y sí, también de esas, las heridas no sanadas.


Victoria Branca

2 comentarios:

lala dijo...

Victoria, como siempre tan perspicaz y sutil para llevarnos hacia los caminos mas temidos con una sonrisa en tu alma!
Es cierto! Huimos de nuestro mayor tesoro y preferimos bailar con un cadaver antes de danzar en soledad!
La soledad te hace libre de la multitud absurda de otro: La actividad es del mundo, la soledad es de Dios.
Podemos estar en soledad aun en medio de una multitud y sentirnos plenos en un cuarto vacio!
Si Victoria!...Yo huia en reencontrar a la niña Gladys que aun tenia asuntos pendientes para concluir: Es que los estaba viendo con los ojos de esa niña desamparada que quedo congelada en mi alma y eso no me dejaba vivir el presente
Dios bendiga tu soledad acompañada con la tranquilidad de tu alma!

Anónimo dijo...

Todo en su justa medida, no? Gracias a la familia, amigos, trabajo, problemas, alegrías, tristezas, hace que la soledad, sea, de a ratos, para mí, un divino tesoro.


Jose Luis

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