martes, 4 de septiembre de 2012

Las personas mayores nunca comprenden nada


Durante el mal llamado "proceso de reorganización nacional" perpetrado en los años ´70 en Argentina, se prohibió la lectura y difusión de ciertos libros. No eran adecuados para los valores morales y cristianos que pretendía defender a punta de pistola el gobierno militar. Uno de esos libros fue "El Principito", de Saint Éxupéry. Que el autor le haya dedicado el libro al niño que una persona mayor fue en otro tiempo, tal vez haya activado algún recuerdo molesto en los poderosos, algo que es imprescindible dejar allá lejos, bien lejos, para poder actuar con total impunidad. Porque, se sabe, el niño que fuimos siempre está observando con cara de asombro cuando el adulto que somos se desvía irremediablemente del camino que aquél trazó con entusiasmo. Y el adulto, con gesto adusto, se resiste a admitirle la entrada y permanencia a ese niño que aún es; no quiere intromisiones molestas y perturbadoras. Mucho menos si los planes que traza están en franca oposición a los sueños de cualquier niño. ¿Por eso se habrá prohibido al Principito? ¿O tal vez por su excesiva imaginación?
La imaginación, dijo Teresa, es la loca de la casa. ¿Lo creyeron a rajatabla los jurados implacables del leer? ¿O aseverar que las personas mayores nunca comprenden nada por sí solas puede haber herido la insensibilidad de quienes se adjudicaban las decisiones sobre el leer, un acto tan personal?
Muchos de quienes censuraban la lectura de ciertos libros ni siquiera leían las obras. Les era suficiente con el informe que les hacía llegar el servicio de inteligencia. Las personas mayores nunca comprenden nada...
Otros firmaban los decretos con firme torpeza. E ignorancia. Escribir sobre ciertos asuntos les parecía altamente peligroso. Era necesario confiscar esos papeles letales y hacerlos desaparecer. Tajearlos. Incendiarlos. Hundirlos con piedras en el mar...
Dice el último capítulo del Principito: "Es un gran misterio. Para vosotros, que también amáis al principito, como para mí, nada en el universo sigue siendo igual si en alguna parte, no se sabe dónde, un cordero que no conocemos ha comido, si o no, a una rosa...
Mirad al cielo. Preguntad: ¡el cordero, sí o no, ha comido a la flor? Y veréis como todo cambia...
¡Y ninguna persona mayor comprenderá que tenga tanta importancia!
No lo comprenderá porque lo esencial es invisible a los ojos. Y sólo se ve bien con los ojos de un niño.

Victoria Branca



1 comentario:

Anónimo dijo...

Que la mirada de niño, siga en cada uno, que la sorpresa, que la alegria de encontrarnos, siga intacta como un niño que corre al encuentro con los brazos abiertos...
Ariela

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

Un arma poderosa

Un arma poderosa