sábado, 5 de mayo de 2012

Volver a la Esencia



Reencontrarse con el propio pasado puede ser un asunto molesto. Una bendición. O ambos.
Traer de regreso partes de uno mismo, aquí y ahora, puede no encajar con ese rompecabezas que uno se la pasó armando desde hace tiempo y que parece tener cada pieza en su lugar.
Que el pasado se instale sin previa invitación en la sala de estar de la casa que acostumbra a recibir huéspedes consentidos es perturbador.
Pero el pasado, al igual que la tristeza, no organiza citas ni manda cartas documento para avisarnos que se meterá con nosotros. Irrumpe. Simplemente.
"Mi pasado me persigue", solemos decir, a veces, cuando se transforma en una presencia indeseada que pretende tomar algo con nosotros. Mejor que "se tome el buque", nos decimos en voz baja, implorando que desaparezca pronto de nuestras vidas.
Pero el pasado es un tiempo verbal, nada más. Es parte de una linea de puntos infinitos que circunscribimos allá lejos para ordenar nuestra existencia. ¿De verdad creímos que iba a ser un postulado inerte sujeto a nuestros deseos?
Pasado, presente y futuro son construcciones. Invenciones didácticas para organizar el caos vital.
El tiempo, eso que transcurre, ocurre, sucede y se desenvuelve (¿o somos nosotros los que transcurrimos, ocurrimos, sucedemos y nos desenvolvemos?) es una creación humana.
Pretender que el pasado quede enterrado en una tumba de concreto, sin vida, es como aseverar que un futuro hecho a medida es lo que nos sucederá de aquí en más.
No existe la barra del tiempo. Es otro invento práctico para ayudarnos a comprender. Pero cuando uno se acostumbra a vivir de esa manera, ubicando hechos, experiencias, vivencias en un lado u otro de la flecha del tiempo, corre el riesgo de convertirse en el blanco despiadado del arco de la vida, que disparará sus dardos hacia el centro vulnerable que aún nos queda hasta sacurdirnos la modorra autoimpuesta. Y provocar una herida (¿o una grieta?) por donde pueda volver a circular sangre caliente y vital.
El pasado puede ser un asunto molesto, sí, o un regalo que nos llega en el momento justo. Tan a tiempo. Tan oportuno.

Victoria Branca



7 comentarios:

Adriana dijo...

Es cierto! el presente y solo en él se desarrolla nuestra esencia...pero cuanto cuesta no quedar enredado en el tiempo...

saludos

Anónimo dijo...

Comprendi que mi pasado, es llevar un muerto en la espalda sin haber matado..
Deber sanar psicosis convulsivas de tantas frustraciones presentes en las vidas vacias..
Necesitar haber sido sixtillizas en el mismo molde para contentar el apetito "erotico" de locuras urbanas y suburbanas!
Comprender que si no estan en mi vida.. es una SALVACION Y TAMBIEN TENER EN CLARO que debo de ser MUY IMPORTANTE PARA QUE HOY Y AUN SE HABLE DE MI, bien o mal, pero se habla y se vive atraves mio! GRACIAS POR MI PRESENTE ME HACEN SENTIR UN MITO Y NO UNA MUJER!

Anabella dijo...

hay due post maravillosos!! yo estoy muy en contacto con mi pasado, me enriquece y me doy cuenta que soy quien soy...gracias a algunas heridas profundas de ese pasado!
un abrazo grande desde Roma
y GRACIAS por compartir tantos sentimientos con nosotras!

anabella

Fe r dijo...

La esencia es atemporal, se entiende que el tiempo es un constructo que creamos e imponemos al continuo para intentar asirlo de algún modo. Me gusta cuando decís que el pasado, como la tristeza, irrumpe sin permiso. Estás pensando en el pasado triste: ese es el que perturba, incomoda, desacomoda. O el que te pone triste en el ahora porque se fue para no volver.
Creo que si sentimos que el asunto, aunque molesto, es oportuno, es porque ahí había una cuenta pendiente, algo que saldar, una herida abierta, una pieza del rompecabezas que en realidad faltaba. Molesta e incomoda volver al puzzle a ver donde encaja, pero va a terminar cerrando, y al cerrar,seguramente habrá evolución y crecimiento.

Un beso.

Sandra S. dijo...

El pasado es pasado.
A mí ahora sólo me preocupa no ser demasiado vieja y tener tiempo en un futuro para hacer todo lo que tengo pendiente :)

Un saludo.

V dijo...

Maravillosa tu reflexión sobre el pasado.Es como una escultura que lentamente,a golpe de concel nos va conformando. Por eso determinadas acciones,pequeñaso grandes locuras que futilmente pensamos que se pueden realizar por que pronto pasaran al olvido, son también una parte de nosotros mismos.Por eso se dice en ocasiones que los más felices son los que tienen muy mala memoria.
Precioso texto. Hondo, reflexivo,evocador. Tus palabras sobre el tiempo resultan sencillamente sabias.
La selección musical,excelente. Un saludo.

Silvina {Enlunada} dijo...

Hermosas tus palabras sobre el tiempo. Es impensable pensarnos sin nuestro pasado. Seguro debemos agradecerle mucho... cuánto? quién sabe?. Estancarse en pensar en lo que no hicimos o pudiesemos haber hecho: es eso, estancarse. A dejar fluír!
Besos!

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