martes, 17 de julio de 2012

Me hubiera gustado decirte adiós: Sin palabras


"Corazón mío, palacio viejo, palacio desmantelado, palacio desierto, palacio mudo y lleno de misteriosos silencios"
León Felipe

Una de las penas más grandes que cubren con su sombra la muerte súbita de un ser querido, es no haberle podido decirle adiós. Esta privación a la que nos sometió la vida nos desespera y mantiene abierta la herida por largo tiempo. Sentimos que el corazón nos quedó estaqueado y amordazado en tierra de nadie. Hay tantas cosas que hubiésemos querido decir y no pudimos...
Todo aquello que la muerte silenció queda arrumbado en algun rincón de nuestra alma, y en algun momento tendremos que ir en su búsqueda y darle voz nuevamente aunque el destinatario ya no esté. Decir todo lo que balbucea entre sollozos nuestro corazón, hará que la angustia vaya cediendo y nos permitirá ir limpiando la herida, quitándole aquello que pueda infectarla para que sane poco a poco.
Una manera de despedirnos, dijimos, es a través de una carta. En un lugar tranquilo, a solas, dejando que el corazón se exprese, podemos escribir las palabras que silenció el dolor. Aunque empecemos a hacerlo y las lágrimas no nos permitan ver la hoja con claridad, aunque la tristeza nos invada y pareciera dejarnos sin aire en los pulmones, es liberador sacar hacia afuera todo lo que hubiésemos querido decir y no pudimos. Aún si lo que sale no es lo que esperábamos, abrir el arcón de las emociones es una manera de transitar el duelo de manera sana.
La palabra adicción significa "sin palabras". El adicto es aquél que busca una vía de escape para liberar aunque sea de manera ficticia todo lo que no puede expresar de manera saludable. Cuando silenciamos abruptamente todo lo que sentimos en nuestro interior nos arrojamos, como si fuese un salvavidas, sobre alguna adicción. El cigarrillo, la comida, los medicamentos, el alcohol o cualquier otro tipo de dependencia que calme momentaneamente nuestra pena y disminuya la angustia.
Cuando la pérdida es súbita y quedan muchas cosas por decir, corremos el riesgo de caer en falsas dependencias y de hacer aún más duro y difícil el camino de recuperación. Nos encadenamos a un sufrimiento que nos mantiene prisioneros y comenzamos a creer que no existe cura ni salida.
¿Qué cosas nos ayudan a transitar esta noche oscura sin quedar atrapados para siempre en la oscuridad?
Abrirnos. Confiar. Entregarnos a las manos sanadoras de la vida. Soltar el control. Expresar nuestro dolor sin pudores. De la manera que sea. Ante otro que nos escuche con el corazón en la mano. Ante un abrazo a tiempo. Ante la hoja en blanco que recibirá en silencio nuestras lágrimas hechas tinta. Ante la quietud respetuosa de la naturaleza. Ante nuestro Dios. En un templo. En un rincón de nuestra alma dolorida...
Decir adiós es elegir el camino de la luz en medio de la noche oscura. Es soltar a quien amamos porque confiamos que volvermos a vernos en otro lugar. Y darle lugar al proceso natural de la vida, el de las despedidas.

Victoria Branca
Me hubiera gustado decirte adiós

2 comentarios:

laura dijo...

y si no sos creyente? es decir, ¿y si no soy creyente? no confío en que nos volvamos a ver en otro lado.

yo pude decirle adiós, pero siento mucha deuda anterior que me traba hasta las palabras

le escribo, mucho, creo q tengo q parar, me hace extrañarlo mas.

Moni dijo...

Te leo y te leo... tus palabras acompañan...
Gracias por compartirlas!!!
Un abrazo!!

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