miércoles, 16 de septiembre de 2009

Nacidos del Sol

















Pienso sin cesar en aquellos que fueron verdaderamente grandes.
En quienes desde el vientre recordaban el alma de la historia
a través de corredores de luz donde las horas son soles,
interminables y cantantes.
Cuya adorable ambición era que sus labios, aún tocados por el fuego,
pudieran hablar del espíritu vestido de canto de pies a cabeza.
Y que desde las ramas primaverales atesoraban los deseos que caían
a través de sus cuerpos como retoños.

Lo que es precioso es no olvidar jamás el deleite de la sangre
tomada de fuentes sin edad que atravesaban rocas en mundos
anteriores al nuestro;
no negar jamás el placer por la simple luz de la mañana
o sus severas exigencias de amor al atardecer;
no permitir jamás que el tráfico asfixie poco a poco
el florecimiento del espíritu con ruido y niebla.

Cerca de la nieve, cerca del sol, en el campo más alto,
ved cómo aquellos nombres son festejados por el paso ondulante,
y por los rayos de nube blanca,
y los susurros del viento en el cielo que escucha;
los nombres de aquellos que en sus vidas pelearon por la vida,
que llevaron el núcleo del fuego en sus corazones.
Nacidos del sol, viajaron un breve trecho hacia el sol.
Y dejaron el aire vívido firmado con su honor.


Stephen Spender

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