martes, 3 de abril de 2012

Otoño


















El otoño es el anfitrión de la nostalgia.
Invita, con delicadeza, a entrar. A meterse dentro de la propia casa.
A encender un fuego discreto y sereno. A echarse una manta sobre los pies.
De las alacenas se rescatan platos hondos y cucharones.
De los estantes, fotos viejas.
Del corazón, eso que quedó sin arrumbar.
Porque el verano lo deja todo para más adelante. O para más atrás. Pero el otoño va en busca del olvido.
La música cede en estridencias y jolgorio. Aparece, allá lejos, el silencio.
El otoño no impone nada. Y, sin embargo, lo propicia todo.
Las hojas caen rendidas a sus pies.
La tierra es un lecho inmenso.
Los colores atenúan su brillo y las pasiones su intensidad.
Descienden la temperatura y la urgencia.
La naturaleza, ahí afuera, enseña que todo cumple su ciclo. Que la prisa es un invento humano.
Demasiado humano.
Los frutos de la tierra humean a fuego lento en la cocina.
Habrá que esperar que la dura consistencia se ablande. Como la piedra,
que al contacto con el agua se deja horadar.
Y pulir.
El agua contiene.
Libera los perfumes oprimidos.
La plasticidad amortajada.
El sabor esencial.

Victoria Branca

4 comentarios:

Lorena dijo...

Qué sensibilidad para captar el otoño que todos empezamos (o nos disponemos) a transitar...! Hermosa entrada Victoria. Besos

Fe r dijo...

Muy bello. Adoro el otoño.

Besos.

Unknown dijo...

Bello bello, Vicky. el otoño te invita a pensar. Por lo menos a mi.
Ademas es verdad, si hay algo lindo del otoño (ademas de lo obvio) es la cocina.

Anabella dijo...

que lindo leerte!
Acà ya estamos en Primavera, pero yo sigo con la mantita en los pies cuando estoy en el sillòn...es un gesto decasa..
un abrazo bien fuerte
Anabella

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