jueves, 5 de agosto de 2010

Prueba superada












La balanza no acusó ninguna variación. Ni de más ni de menos.
Mantuve mi peso en el lugar exacto.
Mi nutricionista me felicitó y yo recibí el elogio gustosa.
Fue un verdadero logro, sobretodo de mi metabolismo que logró camuflar las picaditas y los chocolates en no sé qué enzima invisible de mi humanidad.
El sistema se cae, a veces, pero no miente. Así que si la balancita electro-digital dijo que yo no engordé nada, que así sea. Amén, amén.
Por eso, porque estas jugadas maestras del destino hay que celebrarlas, ya elegí el ejemplar que llevaré conmigo a la bañera, más el vinillo correspondiente.
Quesos no hay. Tampoco bocaditos de chocolate. No puedo ser tan cretina ahora que la licenciada confía plenamente en mí.
Ad restrictio....

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