jueves, 2 de junio de 2011

La tía Nélida


















A la tía Nélida le gustaba rezar el rosario. Lo hacía más de una vez por día, a la vista de todos, moviendo los dedos en forma nerviosa mientras repetía en un susurro molesto las oraciones.
La tía era más flaca que Olivia, la de Popeye, pero no tan alta. Se vestía de negro, de azul o de marrón. Los demás colores eran para ella un escándalo.
Era viuda. Hacía más de veinte años que su marido, un gordo que disfrutaba de los excesos sin restricciones, había muerto de un paro cardíaco. Ella nunca volvió a querer a nadie.
Vivía sola en un departamento chiquito y austero. Su heladera parecía una huerta refrigerada. Es que la tía no te comía carnes ni lácteos ni que le pagaras por ello. Seguía una dieta estrictamente vegetariana y frutífera. Eso sí, los cereales eran primordiales en su alimentación desbalanceada y una vez, en que mi madre decidió dejarla en nuestra casa haciendo de niñera mientras ella se iba de viaje, descubrí que la tía, además de rezar frenéticamente y alimentarse de manera estrambótica, era una pesada.
Un día secuestró el vinagre y lo usó para enjuagarse los pelos grises que la coronaban. Otro día se llevó sin permiso mis revistas y recortó lo que era de su exclusivo interés. Y otro, me obligó a ir a comprarle semillas y panes orgánicos a una panadería que quedaba en el mismísimo traste del universo.
La tía se consideraba fervientemente buena. Y generosa. Pero no lo era.
Rezar monotemáticamente no le calmaba los nervios ni la convertía en una señora dulce y pacífica. Y ante el menor problema la tía mostraba los dientes como una perra rabiosa y te mandaba de un grito a la cama.
Mi hermano y yo nos confabulábamos para escapar airosos de su custodia. Inventábamos salidas a lo de amigos o paseábamos al perro por más de una hora. A ella no le importaba demasiado. Se tiraba en el sillón del living a leer detrás de esos anteojos achinados con cadenita dorada que le daban un aire de intelectual distante.
Así la quería yo, distante. Bien lejos de mi anatomía espiritual. Porque su presencia enervaba hasta a las plantas, que no regó ni un día durante el tiempo que mi mamá estuvo ausente, por más que se lo había pedido de manera especial.
La tía era hermana de mi abuela materna. Mi abuela murió hace 29 años. Al igual que la tía Pilar, el tío Pepe y otros tíos que no frecuenté tanto.
Pero la tía Nélida sigue viva. En el mismo departamento. Comiendo las mismas verduras. Y los mismos panes. Sola. Solísima. Como todo aquél que se pasa la vida construyéndose un destino inevitable.

Victoria Branca

8 comentarios:

eli dijo...

Frutas más verduras menos, a todos nos toca alguna tía Nélida, viste?

Anónimo dijo...

Imperdible.
Las tías Nélidas avanzan por la vida. Y se las empieza a reconocer desde chiquititas.
Si no estamos atentos, el espíritu de la tía Nélida nos invade y nos transforma. Ojo!
Si ves "Desde el Alma", encontrarás mas de una semejanza con esta crónica. Un beso, Jose.

Mara dijo...

Mi abuela Nelly, que se llama Nélida por supuesto, tiene casi 90, es vegetariana, supongo que debe rezar (nunca la ví) es viuda, desde hace casi 20 años, vive en un departamento sola, y hasta ahí llegan las coincidencias, porque su departamento es hermoso, luminoso, perfectamente decorado, es el ser más generoso y adorable que conocí en mi vida, vive rodeada de amigos, familia, se la pasa viajando por el mundo (sí, casi 90, una locura) porque quiere conocer, quiere visitar, quiere llevar, y traer...
Claro algo de la otra Nélida tiene, el nombre... y es vegetariana.

Anónimo dijo...

me encanto!!!! parece Cruela de Vil !!!!!!!!beso tinker bell

valentina dijo...

Pues a mi me dan una inmensa pena las tías Nélidas, me pregunto que las llevó a ser lo que son, en que momento se les torció el camino y si pudieron hacer algo para evitarlo.....

Valentina

Moni dijo...

En todas las familias hay alguna tía parecida...
"Me da triste" como decía mi hijo cuando era chiquito en lugar de decir "me da tristeza"... y yo también me pregunto que fue lo que las llevó a ser así...

Unknown dijo...

No me quiero rodear de gente con mala energia y temgo como mantra hacerme cargo de la energia que yo traigo conmigo donde voy.

Bea dijo...

También tengo una tía Nélida, que reza y nos "agitaba" el dedito para marcar algo cuando salíamos o pasábamos por al lado,:-" esa pollerita! hum... muy cortita!; ¡y ese chico de donde "proviene"?.etc.
Sigue sola(separada hace miles de años...) con 90 y tantos..., sí, hace flexiones todos los días de su vida, se cuidó siempre en las comidas, y jamás se bajó de los tacos (medianos)... nunca unas sandalias, ojotas, mocasines, zapatillas, chinelas, etc.
El año pasado se hizo editar un libro de sus escritos!!! cartas, textos guardados, pensamientos de vida!!! No sé si supo vivir<<<<<<'?, hoy me asombra su personalidad (diferente a la mía), no me causa "temblor" su mirada juzgadora y creo que tiene una fuerza interior... ¡Es mi tía Nélida!

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