lunes, 5 de octubre de 2009

Las tormentas


















Me gustan las tormentas. Desde siempre ejercen cierta fascinanción sobre mí.
La furia con que estallan los truenos, los espasmos con que se encienden los
relámpagos, como si fuesen venas de plata en plena convulsión...
Anoche, si no hubiera estado tan dormida, hubiese arrimado una reposera a mi ventana para ver ese espectáculo magnífico e iracundo que empezó sin teloneros.
Pude abrir los ojos, al menos, y ver las gotas de lluvia que se estrellaban contra
el vidrio como kamikazes. Al agua disparando sus agujas de manera apocalíptica sobre todo lo que estuviera debajo de ella.Como si quisiese limpiar a fondo el piso de esta porción del universo.
La naturaleza tiene ese señorío que le da el poder hacer lo que quiere, cuando quiere. Y nadie puede reclamarle nada.
Las tormentas sean, tal vez, su forma de aliviar la tristeza contenida. O el grito profundo y desgarrador de quien ha mantenido silencio durante demasiado tiempo.
Quien sabe...

3 comentarios:

NINA P. dijo...

mmmm q lindo explotar así, sin lastimar a nadie...sin q t diagnostiquen como mínimo un déficit en el control de los impulsos, explotar hasta sacar todo, hasta limpiar el rincón más remoto de la memoria retrógrada, biográfica, de largo plazo...

Victoria dijo...

Yo suelo soltar mis gritos dentro del auto, cuando manejo, en plena autopista. Y después del alivio me surge, espontáneamente una carcajada. !Loca! me digo muerta de risa... y me siento mucho mejor...

Guille Mc Lean dijo...

Que buena idea,nunca se me ocurrió.
Me estas enseñando muchas cosas nuevas Vicky.....
Ya lo pongo en practica....

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