miércoles, 1 de junio de 2011

En Silencio















Nos amamos en silencio. Bajo los cobertores de la discreción y el disimulo. Fuimos, en tácita complicidad, amigos que se anhelan por lo bajo. Amantes que se visitan sólo en sueños.
La primera vez que nos vimos estábamos acompañados, pero nos sentíamos tan solos...
No lo dijimos, pero nuestro ojos hablaron un lenguaje propio y antiguo antes de darnos la palabra. También nuestras manos recordaron una antigua alianza en los brevísimos instantes en que, sin querer, nos rozamos.
Nuestras almas, como sabias diplomáticas, sonreían y acallaban lo que era inevitable. No queríamos traicionar a otros, ni aventurarnos en algo que nos parecía una locura.
Así permanecimos mucho tiempo, deseándonos en lo secreto, anhelándonos con gritos amordazados por estoicos defensores del amor.
Mantuvimos nuestros pies en esa tierra segura , rígida y consistente en la que fuimos educados. Tuvo preeminencia la cordura, henchida de normas ancestrales y moral prestada; las mismas que supieron tener cautivos a tantos otros heridos por el amor.
Nuestra historia fue aquella que se escribe en el exilio, o en una cárcel en la que el acusado ha sido recluso injustamente. Una historia amputada en el centro mismo de su existir; en el desgarro incomprensible de lo que pudo ser y no fue.
Tuvimos que apartarnos para no escandalizar. Alejarnos sin despedida, sin bienvenida, sin nada que recordar...
Hubiera querido besarlo, al menos una vez, para sellar ese amor infinito que buscaba abrirse paso en este mundo frío a a través de nosotros. Hubiera deseado abrazarlo fuertemente contra mi pecho para sentir los latidos de su corazón despertando al mío. Hubiera querido acariciarlo sin miedo, a plena luz, pero la noche me mantuvo prisionera amenazándome con quitarme la reputación. Hubiera querido raptarlo de mis sueños para llevarlo conmigo al mar, y allí quitarnos las pesadas vestiduras de la coherencia, para ser simplemente dos locos desnudándonos las almas.
Lo desee tanto, tanto...
Pero mis promesas, crueles amas de mi voluntad, me desvelaron en mitad de mis fantasías. Me esposaron. Me abofetearon. Me escupieron sin piedad, como si fuese una sucia pecadora.
No tuve la fuerza necesaria para seguir adelante con mis anhelos. Y así, ante la mirada despiadada de las sombras y los miedos, continué mi camino sin voz. Muda. Temerosa.
Hace tiempo que habito en el destierro.
En el reino del desamor.
Ya no sueño. El deseo, mis deseos, yacen en alguna tumba lejana.
Pido, que al menos, descansen en paz.

Victoria Branca
Con los pies desnudos

8 comentarios:

laura dijo...

¿porqué? entiendo tanto esas palabras. pero mi historia la podría contar distinta. y finalmente no sé cuál es más dolorosa.

estos días no quiero escuchar hablar de amor. ese jodido hijo de puta, indispensable, embriagante amor.

qué sutil y qué suave lo escribiste. sin embargo, desgarra

eli dijo...

wow!

Maria Luisa dijo...

Es onírica o real la experiencia?...
De igual modo, nadie escribe tan sólo lo que vive.
¿Por que buscar que estas líneas sean autobiográficas? Bastan con que sean bellícimas, posibles, poéticas, literarias...
Me llenó la mañana, como todo lo que escribes y que ya busco impaciente cada día!...

Unknown dijo...

Uff! Lindo.

Valentina dijo...

¡ Hola Victoria!

Me ha encantado como has escrito, ay! cuanto pesa lo razonable, lo convencional, y cuanto cuesta seguir los sueños sobre todo cuando suponen un salto fuera de tiesto, con riesgo de estrellarse.
Pero me pregunto dos cosas:
¿ Podrán algún día estos sueños descansar en paz o se colarán en cualquier momento para recordarnos que no somos quienes decimos ser? ¿Será entonces demasiado tarde? o ¿nunca es tarde para los grandes amores? Me consuelo pensando que esto último es cierto, donde estarían sino Ana Karenina, Madame Bovary y sus amores ¿dónde? espero no andar equivocada, y los sueños esperen hasta que se tenga fuerza....

Un cariñoso abrazo
Valentina

BEA dijo...

SILENCIO... QUE TENGAS DULCES SUEÑOS DE ESCRITORA...shhhhhh!!! duerme tranquila en tu anhelo, mañana será otro día.

Pilar dijo...

Tal cual, gracias por ponerlo en palabras! Beso!

Silvina (almenlunada) dijo...

que historia! Solo una cosa no creo... que no sigas soñando... quien escribe en una forma tan bella sobre el dolor, seguro es aliado de los sueños...
Abrazos!

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