martes, 11 de agosto de 2009

El triunfo del espíritu













El domingo pasado fui a escuchar una conferencia de Javier Methol.
Javier es uno de los dieciséis sobrevivientes de la llamada "Tragedia de los Andes".
Cuando ocurrió el accidente él viajaba junto a Liliana, su mujer y madre de sus cuatro hijos. Ambos sobrevivieron al momento en que el avión se estrelló pero Liliana murió durante el alúd que los sorprendió con furia días después.
Cuando Javier habla lo hace con una sonrisa y transmite paz, y a pesar de haber perdido la visión de un ojo, la escucha de un oído (ésto fue anterior al accidente) y a su compañera, se siente agradecido.
Para él "Dios era el copiloto de ese vuelo, y acomodó los errores humanos y nos ayudó a organizarnos". "En ese accidente tendríamos que haber muerto todos. El verdadero milagro es que hayamos sobrevivido a la caída del avión, que se deslizó esquiando por una ladera."
Tiene una fé inamovible.
Javier rehizo su vida. Se volvió a casar y tuvo cuatro hijos más.
Cuenta que todos sus hijos se llevan muy bien y que él ama a dos mujeres (algo que incomoda y da celos a su actual mujer).
"Es que el amor no muere. A Liliana la sigo amando. Su corazón, su cuerpo, no están conmigo pero sí el amor", dijo, y fue una de las frases que más me gustaron.
Lo que me dejó pensando fue su mutismo al reencontrase con sus hijos, ya viudo.
"Con mis hijos nunca hablé de la montaña porque nunca me lo preguntaron. Nunca quise hablar aunque jamás oculté nada".
Recién después de treinta años fue invitado a dar su testimonio de manera pública y él aceptó. Cuando la charla terminó, sus hijos se le acercaron y le dijeron: "Y pensar que estuvimos treinta y cinco años esperando para oírte decir esto"...
Una larga espera.
Un padre que se mantiene en silencio y unos hijos que respetan ese silencio.
Unos hijos que esperan respuestas y un padre que prefiere no recordar.
Un duelo difícil que se vive como se puede.
Y una cita que surge con sabiduría de Coche Inciarte, otro de los sobrevivientes: "Me dí cuenta de que lo que no se dice provoca dolor, y que hablar, cura".
Y su maravillosa conclusión en el testimonio que le da a su amigo Pablo Vierci, autor del libro La Sociedad de la Nieve: "Setenta días es mucho para pasarla tan mal y treinta años es demasiado para mantener el sufrimiento escondido."

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola descubri tu blog por un comentario en Decorteraphia,me parece buenisimo el tuyo.

Victoria dijo...

Me alegro juan. Qué bueno que hayas venido a caminar por acá...

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