lunes, 17 de agosto de 2009

Un día cualquiera











Tocaron el timbre.
Abrí la puerta, me asomé pero no ví a nadie.
Tocaron el timbre por segunda vez,
con algo de fastidio abrí de nuevo.
!Acá arriba! oí que alguien gritaba.
Y lo ví.
Aún no había puesto la mesa del desayuno y seguía
en camisón.
"Así está bien", me dijo, y me extendió una mano.
Me sonrojé como una niña.
Y oculté mi rubor mirando para abajo, por las dudas
de que mi vecina estuviera espiando la escena.
"Vamos", me dijo sonriendo.
Y yo contesté que sí...

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