lunes, 31 de agosto de 2009

La memoria y el olvido



















Los recuerdos que nos hemos ocupado de mantener en el olvido suelen traicionarnos. Se nos aparecen de la nada, como flechas lanzadas desde el infinito dirigidas a un sólo y único blanco: nuestro corazón.
Hay recuerdos que deberían disolverse en aguas profundas. Y punto final.
Y hay otros que bien podrían materializarse y ser parte consistente del decorado de nuestra realidad.
Esos no son los indeseables, sino los otros.
Los que nos vulneran sin aviso.
Los que galopan libres y desbocados como un caballo salvaje.
Los que nos sorprenden por la espalda, fríos y despiadados.
Pero la memoria, por más que intentemos domesticarla, tiene sus circuitos propios y sus razones que "nuestra razón desconoce".
Y cuando sea la hora, abrirá sus compuertas y dejará que los recuerdos aprisionados fluyan torrentosos. Con su secreta historia a cuestas. Con su carcelero abatido por la fuerza de la verdad, que necesita ser contada.
A nosotros mismos, primeramente.
Y luego, tal vez, a otros.

8 comentarios:

Lulutrix dijo...

con los recuerdos que me atacan por la espalda y me hacen correr frío por las vértebras termino amigándome casi siempre

Victoria dijo...

Yo también, Lulú, pero antes suelo contracturarme de lo lindo..

Gonzalo Sanjurjo dijo...

Creo que el olvido es un modo de morir. Quizas el más feo. Por eso, la memoria Dios nos mantiene eternamente en la existencia.
...

“Tu soledad en un lugar del mundo
crece y padece al lado de la mía
porque Dios nos recuerda.

Qué profundo milagro el de la simpatía.
Pues si nos olvidara, en un segundo,


toda la eternidad separaría
tu compasión (en la que me confundo)
de mi ser (que en tus manos se vacía).

Estamos vivos porque Dios no olvida.
Juntos en Su memoria.

Y por eso,
nuestra comunión eternizando,
a cada instante nos da nueva vida.

Y el alma cumple su fatal progreso:
nacer, amar, morir, seguir amando.”

María Elena Walsh

Victoria dijo...

Cierto, Gonzalo.
El primer capítulo de mi libro "Tal vez mañana" se llama: Olvidar es morir un poco.
Por eso creo que es tan necesario recordar nuestra infancia y niñez. Con todo lo que haya tenido. Porque es mantener conexión con quienes somos de verdad.
Me encantó la poesía!
Gracias..

NINA P. dijo...

Jamás me olvido de nada, soy como la memoria de la casa, de la familia. Pero todos esos recuerdos también galopan libres y desbocados como un caballo salvaje y pueden ser bastante despiadados...tanto que
hubo una época en que rezaba pidiendo ser olvidadiza como los demás.

Victoria dijo...

Ser la memoria de la casa puede ser un yugo agotador. Pero también lo es intentar ser algo que uno no es para amoldarse al resto.
Si tengo que optar, me inclino por la memoria. Con desboques y demases.
Olvidar adrede es una forma de anestesia...
Un beso Nina!

Unknown dijo...

Atesoro muchísimos recuerdos lindísimos pero también de los que aún dejan escapar alguna lagrima con sabor a tristeza ,pero van transcurriendo los años y siento que con algunos me voy haciendo amiga tratando de encontrarles un "para que"
Gracias Vicky!, me encanta disfrutar de todo lo lindo que nos compartís!!!
Mary J

Victoria dijo...

Qué lindo tenerte por acá Mary!

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